Años atrás las tribus nativas de América usaban los morteros para moler el maíz y otros frutos secos. Este implemento se usaba también para triturar los granos para las menestras, el plátano o incluso hasta vegetales.

Jorge Vera, comerciante de utensilios antiguos en Tarqui, contó que aún son muchas las personas que compran los morteros para utilizarlos en la cocina.

“Hay quienes usan el mortero para hacer los patacones, el ajo o también para machacar alguna pastilla en el ámbito medicinal”, dijo Vera.

Calidad. Los morteros deben ser pesados o de materiales resistentes para soportar los golpes prolongados y poder así reducir a polvo las sustancias. 

El mortero no puede ser frágil, ya que se rompería durante la operación de pulverizado. 

En los tiempos antiguos se elaboraban de materiales no porosos para que no absorban parte de los aromas de las sustancias a machacar.

El mortero tiene un instrumento pequeño creado del mismo material llamado “mano o pilón” y es el encargado del triturado.

Normalmente se encuentran hechos de madera, porcelana, piedra y mármol. 

Luis López, quien también desde hace más de 20 años trabaja como comerciante en los alrededores del Mercado Central, manifestó que desde siempre el mortero ha sido un utensilio básico de los campesinos del país.

El costo de los morteros de madera va desde los tres hasta los cinco dólares. Los de piedra pueden costar más de 20 dólares.

López dijo que no solo las  personas de la tercera edad usan este objeto para la cocina, también las nuevas generaciones siguen utilizándolo.

Una vez que el mortero se utiliza, hay que lavarlo para que no tome olores.

En el libro “Lo que usaban mis abuelos”, de Jacqueline de Munizaga, también reseña el uso que antiguamente se le daba a muchos de estos instrumentos.