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Edwin Delgado Armijos
Diálogo con la inteligencia

He querido compartir contigo unas palabras, reflexionar un poco. Deseo empezar con una pregunta, que ronda constantemente mi cabeza ¿Qué hubiese sucedido si Bill Gates hubiese nacido en el Ecuador, en Manabí? ¿Y el inventor de la bombilla? ¿Y quién transplantó por primera vez un corazón? Me los imagino buscando quien los escuche, quien les dé luces. Peleando por poner en práctica sus ideas y sus ideales.

Lunes 21 Mayo 2007 | 20:33

Permíteme aclarar que me siento orgulloso de mis raíces montubias, de mi mestizaje entre costeño y serrano. Jamás he renegado de mi sangre, ni despotricado en contra de mis paisanos. Antes de venir a ti, me puse a revisar la historia. Y encontré que nuestra realidad es parecida a la de Europa del medioevo, donde predominaban las hordas. O la italiana de la época de Giussepi Garibaldi, donde estaban divididos en el norte, en el centro, en el sur. Ellos en cambio se dieron cuenta que no estaban haciendo bien las cosas y recurrieron a ti. El resultado está a la vista, un continente que avanza, y una Italia próspera. Los asiáticos devastados después de la segunda guerra mundial, te llamaron, te acogieron. Les enseñaste el camino. Entendieron el mensaje, buscaron un maestro, lo copiaron, lo mejoraron. Hoy invaden el mundo con sus productos. Son considerados por muchos como la primera potencia económica, pasaron de ser simples consumidores a excelsos productores. El rápido avance de la tecnología, ha hecho que la vida se nos vuelva más fácil, más llevadera; el promedio de vida es mucho mayor que antes. Las computadoras ahorran tiempo y dinero; hasta los electrodomésticos son inteligentes. Sucede lo contrario en nuestro medio, no te dan uso, aquí reina y prevalece la estulticia. Tal parece que aquella frase que un día tú me enseñaste se está cumpliendo: viva la torpeza abajo la inteligencia. El pesar nos embarga, a las personas la apatía los envuelve. Ya no creen en quienes nos dirigen. Estos últimos van sin rumbo, unos al polo magnético, otros obedecen al centro, y hay quienes van donde les conviene, para clamar su soledad. ¿Cuál de estos bandos es más peligroso? Será por eso que seguimos sólidamente divididos. ¿Qué hacer ante aquello? Me demostraste una verdad incontestable, que la inteligencia sólo se asocia con la inteligencia. Tan simple como eso. Desde entonces a diario contemplo que así es. No hay que pedirle peras al olmo, reza un refrán. Sin embargo, en el entorno en el que nos desenvolvemos, los olmos intentan dar peras, y las peras quieren paralizarse. Quien entiende a las peras y los olmos. Solo tú, inteligencia, y todas las virtudes que te rodean, en especial la tolerancia, que aunque tolerante ella, ante tanta algazara y alboroto, empieza por ponerse intolerante.
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