El historiador Eumeny Álava, en su libro “Manabí: tradiciones y costumbres”, explica que este ‘anuncio” tiene una cualidad sui géneris. 

Es que no es muy frecuente que la leña encendida emita sonidos, sin embargo, así sucede cuando se aproxima algún visitante, según las creencias del montuvio.

Se lo conoce también como el lenguaje de la candela. Las personas creen que el fuego ‘habla’ o anuncia que va a llegar alguna visita al hogar.

Esto se da sobre todo en las horas previas al almuerzo, cuando el horno de leña está encendido y el fuego se aviva.

>Otras. Hay otras creencias. Álava dice que, según la tradición, cuando se arroja granos de sal sobre la candela que ‘habla’, los visitantes llegarán con obsequios o regalos.

Si en el transcurso del día o al día siguiente llega la visita, los montuvios suelen comentar que ya la candela les había anunciado.

Jaime Cedeño, historiador del museo Dr. José Reyes de la universidad Eloy Alfaro, dice que la creencia de los humanos en el fuego no es exclusiva de los montuvios. Esto es algo de lo que se cree desde los tiempos de la prehistoria con las primeras civilizaciones. 

“Fue usada para rituales y otros eventos culturales de antaño”, dice Cedeño. 

En la región suele decirse, por ejemplo, que cuando sale polvo negro de la candela, conocido como hollín, alguien va a morir. 

También existe la creencia de que cuando el hollín se forma como una red o una tela fina como la gasa y cae repentinamente al suelo, un familiar cercano va a morir.

Los colores que tiene el fuego toman un significado propio, según las creencias de los montuvios. 

Si la llama está amarilla, algo bueno vendrá, pero si se pone azul es señal de que habrá una buena cosecha para los agricultores o llegarán días muy positivos para los campesinos que realizan la pesca de río. 

Según el investigador universitario, el 75 por ciento de los montuvios cree que la candela es más que fuego y que puede realizar varios anuncios de la cotidianidad. 

Cedeño manifiesta que estos saberes son transmitidos de generación en generación, de abuelos a nietos, pero ya no como una costumbre sino como una referencia de lo que fue la tradición. 

“El objetivo es que aunque ya no se crea, al menos quede constancia por medio de los saberes que los montuvios creyeron en el fuego como 

un elemento que anuncia algún suceso”, dijo el investigador.