Uno de los cinco, Antonio Guerrero, en declaraciones reproducidas por el portal informativo oficial El Ciudadano, señaló que pese a que conocía de los procesos judiciales contra la petrolera, no es lo mismo que “tocar” y “oler” la contaminación. 

Y es que, como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones, diversas personalidades que han acudido a ese lugar, invitadas por el Gobierno para constatar los niveles de polución, han manchado sus manos con los desechos tóxicos para mostrar los daños. Esa imagen fue impulsada por el propio presidente ecuatoriano, Rafael Correa, que hace un par de años se manchó con los residuos para mostrar a la comunidad internacional la contaminación atribuida a la compañía estadounidense, en una campaña a la que denominó “La mano sucia de Chevron”.

La petrolera reniega de ese tipo de campaña y, pese a que la demanda ambiental en su contra fue impulsada por indígenas y colonos de la zona afectada, liga al Gobierno ecuatoriano con la multimillonaria sentencia a la que fue sometida por la justicia de Sucumbíos en 2011. Ayer se presentó el libro Caso Chevron: Defensa del Ecuador frente al uso indebido del arbitraje de inversión, a cargo de la Procuraduría General del Estado donde se denuncia lo sucedido en la Amazonía.