Ahora el presidente Rafael Correa está enjuiciando al director de un periódico, quien por estar en la actividad tiene experiencia en la materia, que tiene el respaldo conceptual de sus colegas y por último que sabe que son gajes del oficio. Pero ¿qué estará pensado hoy un ciudadano común que quiere criticar al presidente, a su alcalde, a su prefecto…? Como es lógico concluir, ese ciudadano, si no tiene suficientes agallas, puede sentirse intimidado, temeroso de emitir su comentario porque el riesgo que corre es grave. Los periodistas más duchos no sentirán lo mismo porque ya están hechos en estas materias, pero la mayoría de los novatos sí se autocensurarán y por temor no publicarán informaciones que pudieran ser de utilidad para la comunidad. El presidente Correa intenta dar un golpe a la libertad de expresión en Ecuador; y eso afecta a la democracia. El caso La Hora es una oportunidad para que la comunidad distinga lo que es una información de lo que es una opinión. El presidente Correa está siguiendo el juicio a La Hora por el delito de “desacato” porque el director del medio se negó a rectificar su opinión sobre los hechos ocurridos durante la crisis política de marzo, cuando se produjo la destitución de diputados y más. El presidente se confunde porque una opinión no se rectifica. La opinión es de cada quien. Lo que sí se rectifica es la información errada que se haya publicado, como por ejemplo fechas, nombres, lugares, cifras, fuentes, entre muchas otras opciones.