Primero agradece a Dios por la vida.

Luce una camisa colorida, un pantalón de tela blanco y su infaltable sombrero. 

Es Guillermo Ayoví Erazo, mejor conocido como Papá Roncón, un músico, narrador oral, cantante y poeta esmeraldeño.

Nació en Canta Rana, pequeña población de pescadores ubicada frente a la parroquia Borbón, separada por la convergencia de los ríos Cayapas y Santiago de la provincia de Esmeraldas.

Está casado con Martha Grismalda Caicedo, con la que lleva unido 62 años y con quien procreó 10 hijos que le han dado 24 nietos. 

En 1981 fundó la escuela de marimba “La Catanga”, con la que enseñó a tocar y bailar marimba a los niños y jóvenes del lugar.

El grupo toma su nombre de un tradicional instrumento de pesca y de una provincia de la República Democrática del Congo en África. 

Varias agrupaciones de Guayaquil, Quito y Esmeraldas salieron de “La Catanga”.

“El saber ya se lo di a todos los muchachos, para qué me voy a quedar con lo que ya sé. Les tengo que enseñar a las nuevas generaciones”, dice. 

La escuela perduró dos años.

En la actualidad Papá Roncón no tiene grupo, pero aún realiza presentaciones. 

Él sigue fiel a la marimba, porque la música que emerge de ella es un patrimonio. “La marimba fue la que nos soltó de las cadenas de la esclavitud”, indica el hombre de 84 años.

 

> Su apodo. Pocos son los que recuerdan que él se llama Guillermo Ayoví Erazo, pues para todos es Papá Roncón. 

Su sobrenombre nació en los años 40 cuando su papá lo enviaba a vender pescado con un canasto por el centro de Borbón.

“Roncador, roncador”, gritaba Guillermo, quien ofrecía un pez que tiene este nombre.

“Un amigo que en paz descanse me bautizó como ‘roncador’, pero a medida que fui creciendo me llamó roncón”, dice Guillermo al expresar que fue así como le pusieron “Roncón”.

¿Y por qué Papá?, le pregunté. 

Él comenta que en su etapa de adolescencia, entre sus oficios estaba el de acompañar al capataz de las cuadrillas que llegaban al pueblo con los alimentos.

Éra un señor que se llamaba Luis Perlaza, a quien lo conocían como Papá Lucho.

“Cuando murió él, la cuadrilla se quedó sin capataz y yo asumí el cargo y empezaron a llamarme Papá Roncón”, explica.

Con ese nombre y su música ha recorrido varios países como Estados Unidos, Francia, Colombia, Perú, Venezuela, Japón, entre otros, y se ha convertido en embajador de la cultura afrocuatoriana.

 

> La marimba. Papá Roncón expresa que gran parte de su niñez convivió con los cayapas (ahora llamados chachis), quienes fueron los que le enseñaron a tocar la marimba.

“Este arte se lo debo a ellos”, dice el músico.

“Cuando yo tocaba la marimba y fallaba en las tablas, los cayapas me golpeaban en las manos y me decían: ‘Esto es castigo a la mano’. El objetivo era que las manos se pusieran más rápidas para tocar la marimba”, indica entre risas Papá Roncón y agrega que a punta de golpes en las manos aprendió a tocar ese instrumento.

Poco a poco su gusto y su  amor por la marimba fueron creciendo.

Manifiesta que tuvo que dañar 10 marimbas para darles un mejor sonido y afinación hasta que aprendió sus secretos.

Su último aprendizaje para tocar a la perfección la marimba lo adquirió del cayapa Ramón Añapa. “Ahora él ya está viejo y cuando llega a la casa me dice: ‘Ahora usted es mi maestro’ porque asegura que ya perdió la noción de tocar la marimba”, comenta.

 

GALARDÓN. En el 2011 el Gobierno Nacional le entregó el premio Eugenio Espejo.