El pequeño secreto de su éxito son 200 placas de contrachapado de menos de un centímetro de grosor extendidas sobre la superficie del agua. Sin embargo, estas planchas no son capaces de soportar el peso de una persona, por lo que el mérito del monje fue dominar una técnica que le permite no apoyar todo su peso sobre ellas.
El monje tardó cuatro horas en batir el récord, ya que en los tres primeros intentos perdió el equilibrio y terminó en el agua.