Actualizado hace: 937 días 8 horas 31 minutos
Melvyn O. Herrera C.
Rusia…

Moscú, la capital de ese inmenso e importante país y San Petersburgo, en junio son ciudades que invitan a quedarse por todo lo que brindan.

Lunes 31 Agosto 2015 | 04:00

Anticipo que llegué a ellas pensando iban a repetirse las no muy buenas impresiones que en otros tiempos y circunstancias tuve en La Habana y hace poco en Caracas; pero fue todo lo contrario, Moscú merece conocérsela por motivos históricos, políticos y culturales; el Kremlin y su Plaza Roja son el epicentro de esto, faltándonos tiempo para visitar los muchísimos templos, museos y palacios existentes; lamento que no fuimos al ballet Bolshoi, pero sí al auténtico Circo de Moscú y a las impresionantes danzas rusas. 

Mención especial tiene el Metro de la ciudad que mucho lo ocupamos por sus excelentes servicios y donde cada estación es una singular distinta demostración de arte y tecnología en todo sentido, sin  olvidar la gastronomía, el idioma y la mezcla de los tiempos y estilos en la arquitectura de esa ciudad, desde donde el tren nos transportó a San Petersburgo, puerto sobre el Báltico que poblado de canales complementa bien en atributos a la capital, al poseer muchos centros culturales y un encanto especial por su río Neva; se destaca entre otros el museo Hermitage, uno de los más grandes del mundo, de lo tanto que tiene para mostrar. Pero lo más admirable es el plano humano, donde los aciagos días del comunismo y las guerras quedaron atrás, porque luego en Rusia se ha aplicado correctamente el socialismo, al decir de algunos contactados; por ello será que como yo, las 3 personas que me acompañaban -de criterio bien formado- no vimos en esa sociedad la conocida pobreza; al contrario, nos asombró sobremanera la proliferación y uso de vehículos de marcas y modelos europeos muy caros, y sobre todo el buen nivel de vida de la generalidad de los habitantes; tampoco vimos vendedores informales, cuida-lava carros y mendigos en las calles, ni la profusa presencia de guardias privados; advertimos sí, un discreto trabajo policial que provee seguridad en esas ciudades a las que observamos muy aseadas por las buenas costumbres de su población, ya que nunca vimos arrojar al suelo ni una colilla de cigarrillo, peor basuras. Nos impresionó también el hábito de la lectura, que produce un buen nivel cultural de los ciudadanos. 
Sin duda existirán problemas y falencias, pero no las apreciamos en los primaverales días que gozamos en esas ciudades, con largos bellos días y cortísimas noches; conociendo que en invierno todo se congela y es muy difícil sobrevivir. Pasadas esas 7 gratas jornadas, partimos admirados de ese bello país y su esforzada gente…         
 
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