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Apreciables diferencias
Apreciables diferencias
Por: Edison Cevallos
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Lunes 31 Agosto 2015 | 04:00

Realmente desagradable e injusta la diferencia que se ha generado entre los hermanos países de Colombia y Venezuela, que al más alto nivel de autoridades, sus presidentes, han asumido posturas lesivas para sus normales relaciones, lo que está afectando gravemente a cientos de colombianos que han sido desalojados a la fuerza del territorio venezolano.

Este escenario es propicio para advertir las profundas diferencias de formación y comportamiento que tienen estos gobernantes, tanto Juan Manuel Santos como Nicolás Maduro, en la conducción de sus respectivas naciones. Mientras en el mandatario colombiano se advierte y aprecia una envidiable formación académica y el respetuoso comportamiento en este tipo de crisis, Maduro hace gala de una descortés y prepotente conducta que evidencia una falta de formación de su calidad de Presidente, lo que se le puede atribuir como una de las causas por la que ese país atraviesa la peor crisis de su historia. De ahí que el decir generalizado en Venezuela, que Nicolás Maduro no tiene facha, fecha ni ficha de Presidente, calza como anillo al dedo, al verlo cómo en medio de estas dificultades, como un recurso diplomático, rete al mandatario colombiano a debatir “cómo quiera, dónde quiera y en la forma que quiera”, bajo el grito eufórico de una masa nutrida de pan y circo, acorde a la tónica de ese comportamiento que, se ve, él ha asumido.
Entonces se explica el porqué de una diferencia tan abismal entre la pobreza, la falta de seguridad y garantías que vive el pueblo venezolano, con déficit de alimentos, insumos, libertad de expresión y otros derechos constitucionales conculcados; y la bonanza que, en muchos factores, se advierte vive Colombia, país donde, no obstante, una guerra interna con insurgentes que se mantiene por más de 50 años, hay una innegable prosperidad y se respira democracia.
La historia nos enseña que los procesos políticos, en auges que se han dado en regiones o continentes, tienen su ciclo y se agotan. Las corrientes de respiro democrático siempre prevalecen a la larga, retoman su cauce después de una prolongada noche de derroches y abusos de autoridad que sí se han dado a lo largo y ancho en la vida de los pueblos. La voz del pueblo, que es el supremo soberano, siempre termina prevaleciendo, aun sobre las armas y el abuso de poder. Y en Venezuela se advierte que la insatisfacción ciudadana está a punto de rebosar, esto no obstante la dureza con que el régimen enfrenta y condena a quienes protestan y divergen de la forma de gobernar. Y no hay mal que dure cien años....
 
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