Es que la acción depredadora del hombre, empujado por su ambicioso sentido comercial, hace que extensas áreas estén dejando de ser productivas por la carencia de árboles que mantengan fijo el ecosistema, atentando contra la vida vegetal y animal del sector.

Y en este sentido todo llamado o convocatoria a sembrar es una premisa que hay que apoyar, empujar e intervenir, con obligación mayor de los gobiernos locales, como son los municipales, que deben contar con departamentos especiales para la conservación y el desarrollo del medio ambiente. 

Como la invocación no es nueva, ya debería contarse con planes específicos anuales, pues la exigencia al mantenimiento y manejo del suelo es una obligación de sobrevivencia general, con acciones permanentes y elementales, preparadas para afianzar y mejorar la vida en todo el territorio nacional.

Esperamos, entonces, que las prácticas intervencionistas de la siembra y resiembra de plantas sean establecidas como una constante en todos los actuales sistemas de gobierno, cada vez con mayor insistencia para que redunden en la eficiencia pretendida.