Actualizado hace: 936 días 14 horas 23 minutos
Manta.
Amor a tiempo completo

La última vez que Mariana de Jesús Merchán acudió a una fiesta en Manta fue hace 26 años y ocho meses.

Martes 18 Agosto 2015 | 04:00

Lo recuerda porque fue la última ocasión que dejó a su hija al cuidado de una amiga. Después de eso nunca más se separó de ella. La niña nació con el 90 % de discapacidad intelectual.

27 años después, en una pequeña casa alquilada en la calle 114 del barrio San José, Merchán cuenta que su vida ha sido dura, que criar a su hija no ha sido fácil. Lo dice solo por resumir los 27 años que lleva cuidando a su niña, como la llama, cuya discapacidad es considerada severa. 

Merchán requiere de una operación, pero no ha ido al quirófano porque no hay quién cuide a su hija mientras se recupere en el hospital. Y a pesar de que su salud decae en ocasiones, ella no deja de atender a su vástaga. Revela algo que muy pocas madres en el mundo desean: ver morir a sus hijos.
El caso de Mariana es diferente porque, aclara, si ella muere su hija quedará desamparada, y el solo hecho de pensar qué le podría pasar la entristece. “Por eso prefiero que Dios se la lleve primero que a mí, porque si muero primero no podría descansar en paz mientras mi hija sufre en este mundo”, menciona la mujer, quien hasta hace varios meses era recicladora. Ahora ya no realiza esta tarea por pedido del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) Manta.

En la calle.  Eva Carreño cree que ha perdido la libertad tras adoptar a su sobrina de 40 años de edad en casa. La mujer sufría de esquizofrenia leve, pero esta empeoró cuando murió su hijo con discapacidad. Este hecho la trastornó y la lanzó a las calles, donde incluso deambulaba desnuda, recuerda Carreño. 
Angela Aráuz tiene 18 años de edad. Hace dos se convirtió en madre de una niña que nació con discapacidad cerebral severa. Ella aprendió que el cuidado para su hija debía ser más especial, por eso dejó los estudios.
Angela tenía ganas de seguir en la universidad, pero el cuidado de su pequeña no se lo permitió. También abandonó el trabajo, porque no tiene con quién dejarla. Aráuz dice que se ha limitado a fiestas y otros eventos, porque ahora tiene una responsabilidad mayor. “Ser primeriza es duro, pero más es serlo de una niña con capacidades especiales”, manifiesta la joven, quien vive en una casa de caña y ayuda a su esposo en la economía vendiendo ropa y zapatillas por catálogo.
Estas tres historias son varios de los casos que atiende el MIES. En los tres casos sus familiares reciben el bono Joaquín Gallegos Lara, de 240 dólares. Esta ayuda está dirigida a personas con discapacidad severa. 
Fabricio Díaz, jefe distrital del MIES que cubre Manta, Jaramijó y Montecristi, informó que este bono se ha entregado a 433 personas en los tres cantones.
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Más noticias