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Eudes Zambrano Vera
La Manga del Cura

Martes 04 Agosto 2015 | 04:00

Sin lugar a dudas que la disputa de esa gran zona territorial, denominada como “La Manga del Cura”, ha concitado el interés de propios y extraños; pues este altercado que se está dando entre Manabí y Guayas ha trascendido los linderos patrios. Esto debido, en gran parte, a la “diáspora manabita”, que a su vez ha incidido en que muchos coterráneos nuestros pupulen y tengan su asiento en otras regiones del país, así como también en otras latitudes del mundo. 

Es por ello que en todas las redes sociales es muy común ver los pronunciamientos de parte y parte, unos a favor y otros en contra. 
Aunque debo destacar que la mayoría de estos pronunciamientos se inclinan a favor de los intereses de la tesis manabita, que sostiene que “por historia y por derecho estos territorios pertenecen a Manabí”.
De otro lado, debo advertir que aquí no sólo está de por medio la disputa de esa gran zona territorial, sino que también está en juego y riesgo un tesoro bien preciado, como lo es la pérdida de identidad de aquellos manabitas.
De aquella que, por muchas generaciones, han hecho de esta tierra pródiga su razón de ser y de coexistir, al amparo de las bondades de la naturaleza de esta tierra rica y generosa.
Vale recordar mis amigas (os) que sociológicamente la identidad es una calidad que marca el principio y fin de nuestra existencia. 
Por lo tanto, hermanos manabitas, jamás de los jamases permitan que te arrebaten ese don, ese honor, ese privilegio, ese linaje y ese derecho que tenemos ganado quienes somos parte de esta “Tierra hermosa de mis ansias, de mis goces y placeres”, una del pensil de las mujeres más hermosas que hay en mi lindo Ecuador.
Finalmente, al renunciar a tu identidad de manabita, paralelamente renuncias a esa estirpe, a esa particularidad especial y única que atañe al verdadero montubio manabita.
De eso que lo diferencia de los demás congéneres humanos; es decir, renuncias a esa casta y a esa personalidad: hospitalaria, pura, exquisita, profunda y verdadera. 
Y que distingue al manabita como un ente único dentro del globo terráqueo.
Por ello espero que la autoestima, la coherencia y la sensatez de nuestros hermanos manabitas, que están asentados en esa zona de discordia, prime a la hora de defender nuestra justa y válida tesis manabita, que se sustenta en que: 
Por justicia, por historia y por derecho, estos territorios, pertenecen a esta “tierra bella cual ninguna, cual ninguna hospitalaria”..., como lo es el Manabí de mis amores. 
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