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A seguir luchando por las familias
A seguir luchando por las familias
Por: Vicente Mendoza Pavón

Sábado 18 Julio 2015 | 04:00

El ensayista español Ángel Ganivet en su famosa novela filosófica “La Conquista del Reino de Maya”, plasmó un concepto ecuménico sobre la familia al afirmar que “La mujer tiene como centro natural la familia, pero el hombre debe salirse de esta pequeñez y trabajar como si su familia fuera el mundo entero. Así es como progresa la humanidad”.

En estas últimas semanas hemos escuchado una serie de pronunciamientos acerca de la familia que constituyen monumentales sandeces y mentiras. Se pretende hacerle creer a la ciudadanía que un mecanismo legal que propende a la concreción de la justa redistribución de la riqueza es un atentado a la familia, tamaño disparate no tiene ninguna relación con la pretendida implementación de una reforma al impuesto a la herencia. Otros afirman que el Presidente quiere imponer ese impuesto para cubrir el déficit fiscal producido por el despilfarro y el mal manejo económico del Estado. Siempre hemos defendido el sistema democrático y la vigencia de todos los derechos que antes, no es que se violaban impunemente, simplemente no existían… ¡No se viola lo que no existe! 
¿Ya nos olvidamos de la existencia de los gobiernos monárquicos y autoritarios? Y entre ellos el de Luis XIV (1638-1715), Rey de Francia, cuando entrando al Parlamento en ropa de caza, ante la observación que le hizo el primer presidente sobre el interés del Estado, le respondió: “El Estado soy yo”. 
Afortunadamente la historia recoge la lucha de grandes hombres que han sacrificado sus vidas para cambiar un Estado arbitrario por uno democrático, un Estado indolente por uno humanista, un Estado excluyente por uno incluyente. Aquello permitió que la humanidad diera el gran salto para pasar del oscurantismo al iluminismo, término éste último usado en sentido figurado; es decir, ilustrar el entendimiento o el alma con la luz intelectual. Estos logros costaron millones de vidas humanas y no defender, en el presente caso, el derecho de las familias, sería una aberración social, un “aporte” a la degeneración de la sociedad. 
A la familia se la protege y fortalece con acciones concretas, como la implantación de la revolución educativa, la afiliación de las empleadas domésticas y amas de casa a la seguridad social, la entrega gratuita de útiles escolares y uniformes a los niños asentados en barrios marginales y en el sector rural, con la puesta en marcha del programa de emprendimientos y la constitución de microempresas que se convierten a las y los trabajadores en accionistas de las mismas, contribuyendo así al fortalecimiento económico de la familia. 
El amor al que se refiere el evangelio cristiano no es otro que el principio de solidaridad humana. 
¡Esa es la verdad!
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