Actualizado hace: 931 días 10 horas 59 minutos
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Se requiere una demostración real y verdadera de querer sostener un diálogo constructivo e integrador, para estabilizar aquellos sentimientos requeridos por la unidad nacional.
A las intenciones propaladas a través de declaraciones proporcionadas a los medios de comunicación, reprisados constantemente por las cadenas y espacios oficiales informativos, hay que agregarle los ejemplos de los anunciados buenos deseos, pues seguir con la política del garrotazo para después tratar de tender la mano no convida a la confianza.
Más o menos como: “tienen razón pero van presos. O el “lo sentimos”, después de palizas y días en la cárcel cuando se descubre que no son culpables.
Es que aquella posición de ataque constante y premeditado que ha adoptado el aparato gubernamental es simplemente una pared al acercamiento, pues ahora ni los sacerdotes están en disposición de presentar la otra mejilla cuando saben que nuevamente serán golpeados.
Exceptuando a quienes medran de la posición, a los que están acorralados por la “disciplina partidista” o que dependen completamente de su “camellito” público, la genuflexión que impone la posición oficial para no ser arrastrado al campo del flagelamiento moral o económico, es rechazada.
Por eso el cambio debe provenir desde la misma punta de la pirámide seudo revolucionaria, para que, en cascada, se lo emule; diría yo, exactamente como fácilmente se copia cuando se trata de descalificar, amenazar y tratar de asustar a los supuestos contrarios al régimen.
Porque para nadie es extraño, menos sorpresivo, que ministros, secretarios generales, directores nacionales, zonales y provinciales, así como gobernadores, utilicen el formato que exhibe el mashi principal, siguiendo un proyecto intimidatoriamente agresivo.
Algunos sirven como caja de resonancia, casi igual al original; pero hay otros que suenan a distorsionado eco. Es que hasta para eso hay que tener calidad.
Por ejemplo, para comenzar, diría yo que ministros y más congéneres de la versión ecuatoriana de “El señor de los anillos”, deberían ser liberados de la restricción a limitarse a dar entrevistas solo a los medios considerados no integrantes a la hermandad de los “sicarios de tinta”.
¡Cuánto acercamiento lograrían así a la realidad de los periodistas! Pero de aquellos no dependientes del apasionado sistema de control propagandístico burocrático oficial, pues de los otritos ya se sabe.
Abrirían más sus ojos a la realidad del comunicador de informar con precisión, profesionalidad y responsabilidad.
Y lo más importante, en goce de su derecho de hacerlo con libertad y seguridad.
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