Actualizado hace: 937 días 1 hora 37 minutos
Manos manabitas que sirvieron al papa

Uno de los momentos más sublimes del chef César Alarcón fue la tarde del lunes, cuando el Papa Francisco probó su caldo de gallina. criolla

Miércoles 08 Julio 2015 | 04:00

El potaje llevaba yuca. El Sumo Pontífice retomó fuerzas con el líquido caliente y además ponderó su sabor.

Varios minutos después el Papa se acercó hasta la cocina, le dio la bendición a todo el personal y agradeció por la comida. Se iba satisfecho del colegio Javier de Guayaquil, en donde almorzó en su periplo por Ecuador.
Alarcón, quien es chef del hotel San Marcos de Portoviejo, dijo que se siente privilegiado al haber sido escogido para servir al Pontífice. Mencionó que además del caldo manabita, el Papa probó el ceviche de camarón, estilo manabita. “Tenía 12 camarones y se comió siete”, dijo. 
También le sirvieron un pescado robalo en salsa de  alcaparras, pulpo a la oliva con aceitunas y vinagre balsámico, también un suspiro de papa rematado con un ramillete de verduras más tocino.
El chef explicó que el Papa comió casi de todo, pero en pequeñas cantidades, casi como probando, a excepción del caldo que tenía yuca en dados y una rebanada de pechuga. 
Dijo que el menú se lo escogió pensando en la intensa agenda del Papa y en su contextura, por lo que se escogió algo ligero pero reconstituyente, que le proveyera energía pero que no le cayera pesado. 
También le sirvieron postres de Guayaquil, pero el Papa prefirió comer guineo ecuatoriano, con lo cual cerró su menú.
Alarcón prefiere ser cauto y mantener la sencillez que dice transmite el Papa y asegura que en su caso fue escogido por dos razones: La primera es que se necesitaba un personal que respete la intimidad entre los jesuitas ecuatorianos que lo acompañaron y además por la intermediación del sacerdote Fabricio Alaña (rector del colegio Javier, donde almorzaron, y exrector del colegio Cristo Rey de Portoviejo) y de Norma Fernández, portovejense que estuvo a cargo de la atención general de ese momento.
Felices. Antonio Mirabá, chef del hotel Ceibo Real, también estuvo en el equipo que preparó el almuerzo. Ayer aún estaba disfrutando esa distinción.
Señaló que es algo muy fuerte estar cerca de Francisco, que casi se le salen las lágrimas. “Este logro se lo dedico a mis padres, mis hijos y al pueblo de San Plácido”, señaló y agradeció a Dios por esta posibilidad.
Ese día se fue con un recorte de cabello con la imagen del Papa. Francisco no lo vio por el trajín del momento, mencionó.
Igual de feliz y orgulloso luce Luis Moreira, del local de trofeos deportivos MyM. Él grabó en los cubiertos del Papa el momento histórico de su visita al colegio Javier.
Los cubiertos, fabricados exclusivamente en una casa alemana, llegaron una semana antes a su taller, en la calle Ricaurte de Portoviejo.
Moreira dijo que le puso mucha dedicación y con la ayuda de su pantógrafo hizo cada letra ribeteada y no podía creer que el máximo jerarca de la iglesia los iba a tener en sus manos días después. Su familia lloró de emoción. También dijo que incidió la mano del sacerdote Alaña y de Norma Fernández.
Además, Moreira debió grabar más de 600 accesorios, entre llaveros, cajas de madera, figuras de tagua y más que serían regalados al Papa y a Jesuitas.
César Muñoz tuvo bajo su responsabilidad la parte financiera del proceso. Agradeció a  Fabricio Alaña por darle esa tarea que, dijo, fue dura pero se cumplió. 
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Más noticias