El libro ‘Alza que te han visto’, de Wilman Ordóñez,  señala: 

“Baile festivo de origen colonial republicano. Mestizo. Originario de Manabí. De carácter alegre y sensitivo. Inherente al calendario social y agrícola. 

El baile del moño cumplía la función de recrear y celebrar la moña o trenza que la ejecutante montuvia muy hábilmente iba elaborando en el desarrollo coreográfico. 

Celebraba las pailadas de cosechas cacaoteras del agro montuvio manabita. Bailábase el moño con parejas entrelazadas y sueltas. Dando vueltas en círculos y formando cadenas. Baile de destreza, abundancia y enamoramiento.

Vi bailar el moño hace veinte años en el norte de Manabí por montuvios de la zona que celebraban chigualos en Día de Reyes. Si bien este baile tuvo otro origen, los montuvios lo retomaron para mostrarme cómo lo bailaron sus mayores. 

Quienes representaron la danza eran adultos de más de 75 años que al verme joven e inquieto por comprender el enredado coreográfico, supieron informarme que era la antigua manera de hacerse las montuvias el trenzado en sus cabellos que adornaban con un gran moño de seda de color que caía hasta el inicio de las mangas de la blusa denominada polca.

COREOGRAFÍA. Comenzaba el baile cruzándose uno con otro alrededor de la pareja, bailando por su derecha y luego su izquierda, con el paso montuvio de tonada, para luego retornar al lugar de inicio. Después se cruzaban los brazos en forma de X, uno a la vez, sosteniendo las palmas de las manos contrarias bailaban en círculos, de derecha a izquierda, balanceando el dorso como desafiando al otro a no aflojar las manos.

Luego sueltos los brazos, en un zigzag, entraban y salían siguiendo el curso rotativo y traslativo de una ronda (armando la trenza), e iban los guitarristas catando algunos versos.

Terminado esto, los ejecutantes se organizaban en dos líneas paralelas, y haciéndose entradas y salidas, de paseo y vuelta, volvían al lugar para desafiarse en amorfinos. 

Vi cómo los guitarristas paraban la música y dos ejecutantes -hombre y mujer- pasaban al centro para decir cada uno un amorfino que era aplaudido entre el grupo de mujeres y el grupo de los hombres. Luego seguía el baile. 

Esta vez los ejecutantes se ubicaban en una V cruzada (con vista al aforo) para hacerse los mismos del círculo anterior. 

Volvían a parar la música y salían dos parejas ahora al centro a decirse amorfinos de contienda. 

Con aplausos y pullas del lado de las mujeres y del lado de los hombres”.