Actualizado hace: 937 días 5 horas 32 minutos
Santo Domingo
Tienen un amor a Prueba de tinta

Andrea Aguilar y Richard Vélez no son comunes. Son el único matrimonio en Ecuador con la esclerótica tatuada.

Lunes 06 Julio 2015 | 04:00

 Ella luce sus ojos amarillos y Richard, azules.

Fue un sacrificio de ambos. La pareja viajó hasta Colombia para tatuarse la esclerótica (parte blanca del ojo) con el más famoso tatuador cafetero: Damián Carnicero.
Su técnica, que ha ido modificando con los años, incluye la inyección de pigmento directamente en el globo ocular, de manera que éste quede bajo la delgada membrana que cubre el ojo, la conjuntiva.
Una pequeña inyección tiene suficiente tinta para cubrir una cuarta parte del ojo. Se necesitan varias para teñir por completo la esclerótica, la membrana blanca más gruesa, y para que el tatuaje sea permanente. “No podía dormir las 24 horas posteriores al tatuaje. Tuve que viajar desde Colombia despierta todo el camino en el bus, después de casi 20 horas el sueño me venció y me dormí llegando a Quito, cuando desperté no veía nada”, dice la joven de 26 años.
Ese fue el único susto que vivió la experta tatuadora. 
 
>INICIOS. Una figura tribal en la cadera de ella y una calavera en la espalda de él iniciaron el amor de ambos por las agujas. Sin conocerse Andrea y Richard compartían su gusto por verse diferentes. Ella puso por primera vez una aguja con tinta en su piel cuando tenía 15 años. Él, quien hoy es su esposo, cuando tenía 17. 
Tal como lo esperaba Andrea, su madre la reprendió luego de que en un descuido ella se olvidó de cubrir la parte baja de su espalda y dejó ver una figura con trazos que había dibujado con una máquina artesanal. 
Tras la reprimenda que era de esperarse, Andrea supo que lo peor había pasado y desde entonces no ha parado de utilizar su cuerpo como un lienzo.
“Los tatuajes son historias que uno lleva en la piel”, dice. Andrea asegura que cada cumpleaños, cada que se siente triste y también cuando está contenta, todo, es una buena razón para seguir cubriendo su cuerpo con tinta. Ahora ella tiene el 50 % de su cuerpo tatuado e incontables perforaciones con aretes y piercings. Él no se queda atrás.
Para este año Andrea espera colocarse implantes en la frente para que simulen orejas de leopardo. Ella tiene colmillos y en la frente un tatuaje que se asemeja al pelaje de dicho animal. La joven y su esposo no temen al qué diran, para ellos el amor verdadero y los tatuajes tienen mucho en común. Si hay amor verdadero este nunca desaparecerá, y sus historias en la piel tampoco.
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