Y es verdad, en mi nota del domingo pasado hay un error de tipeo, pues la entrevista no corresponde al 2001, si no al 2013, en pleno correísmo. Pero (el infaltable), en cuanto al contenido de la entrevista (hurgada en Internet), no cabe duda de su autenticidad, dado a que, habiendo transcurrido más de dos años desde que se la difundió (y se sigue difundiendo) a través de las redes sociales, la Santa Sede no la ha desmentido ni la ha declarado ni chimba ni falseta.

Y, antes de que se me agote el espacio, permítaseme seguir reproduciendo la entrevista a Bergoglio que ha causado rasquiñas entre los propensos a fantasear que el fruto de los sacrificios y el ahorro de mi esposa Ruth y míos a lo largo de 50 años de trabajo constante, debe ser compartido con los ilusos que sueñan con sacarse la lotería sin comprar un guachito siquiera, luego de que se convierta en ley el “reparto social equitativo” de las herencias (ajenas, por supuesto). Concluye Bergoglio: “… La gente ya no practica la caridad, pues ve a los pobres como problema del gobierno. Para la iglesia ya no hay pobres que ayudar, los han empobrecido permanentemente y son ahora propiedad de los políticos. Y algo que me irrita profundamente, es la inhabilidad de los medios para observar el problema sin analizar cuál es la causa. A la gente la empobrecen para que luego vote por quienes los hundieron en la pobreza”.

Hoy está en nuestro país el papa Francisco. El mismo cardenal Bergoglio de ayer, con otros atavíos, propios del rango papal.

Yo me pregunto: ¿Mantendrá el Santo Padre, los mismos pensamientos y sentimientos que los expuso al periodista Mathews en esa polémica entrevista del 2013? ¿O acaso las circunstancias protocolarias en su condición de huésped podrían provocar algún tipo de metamorfosis, metempsicosis o transmutación filosófico–política que le haga más placentero su paso fugaz por Ecuador, Bolivia y Paraguay, ah?