Actualizado hace: 936 días 22 horas 49 minutos
Enrique Delgado Coppiano
Paz: Estado y bien inavalorables

P or variadas razones, hoy en diversas partes del mundo, la paz, actitud que pone tranquilidad y sosiego en las relaciones del género humano, se ve alterada y degenera en verdaderos caos y holocaustos que ciegan miles de vidas, unas de combatientes y las más víctimas inocentes, en su mayoría mujeres y niños, que huyen de los conflictos que intereses insanos gestan dirigidos por individuos y capitostes enloquecidos por ansias de dominación o complejo de superioridad, por perversos que quieren imponer credos y costumbres alejados de principios éticos y morales del sano convivir universal.

Sábado 04 Julio 2015 | 04:00

 Las dos guerras mundiales (1914 – 1920 y 1938 – 1947) recuerdan insucesos  que  avergüenzan a la humanidad. Las fuerzas del fascismo hitleriano, al principio unido al comunismo moscovita, masacraron, los primeros a millones de judíos, gitanos y otros seres humanos que consideraban inferiores; mientras los segundos, al iniciar la imposición de su doctrina, arrasaron en la república polaca con millares de jóvenes conscriptos que se negaron a secundarlos en sus prácticas de crueldades y llenas de ignominia.  

Nuestro país, salvo muy contado momento de su vivir, época garciana, no le ha tocado ser escenario de abusos y crueldades indignas del ser humano. Por ello todos debemos de colaborar para que los actuales disensos, del carácter que sean, se resuelvan mediante diálogos francos, abiertos, sinceros, con las mejores intenciones para el convivir justo, civilizado, equitativo, de ponencias, no de imposiciones, de respeto para todos los conceptos que cada ciudadano esgrima, dentro   del ámbito que la ley suprema constitucional garantice; sin maniobras seudo legales y artimañas burocráticas que impidan los debidos procesos que la ciudadanía quiere que se debatan  considerando todos los criterios de los ecuatorianos, mujeres y varones, para que en verdad sea el pueblo el que se pronuncie en los debates requeridos para lograr un estado de equidad y seguridad que entrañe el buen vivir de todos los ecuatorianos.
Más, no queremos una paz de sepulcros blanqueados, sino de realidades sociales, que queden atrás la descalificación insultante, que denigra. Todos somos ciudadanos con plenos derechos de participar, ser escuchados; y que lo lógico, sabio, conveniente y legal surta efecto en la aplicación de los derechos constitucionales y humanos para los 15 millones de ecuatorianos, en integración fraterna y duradera. 
Por ello también tiene que  preocupar a nuestro país y sus habitantes situaciones conflictivas que hoy viven naciones hermanas, con las que nos identifican  los principios bolivarianos y con las que formamos un mercado común que debía eliminar fronteras, lo que debemos tratar se logre en un futuro cercano, una vez que somos ciudadanos del continente de la esperanza: América.
 
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