El caricaturista Julio César González “Matador”, hijo de Ovidio González, confirmó al diario El Tiempo, en el que trabaja, que su padre fue sometido al procedimiento para poner fin a su vida, “siguiendo los estándares éticos y médicos exigidos para el caso”.

Proceso. Un comité de expertos de la clínica en la que González era tratado en Pereira autorizó finalmente aplicarle la eutanasia, después de que la semana pasada le cancelaran la cita asignada para el procedimiento quince minutos antes de que comenzara.

Un médico de la clínica “alegó que para cumplirle ese derecho él (el enfermo) tenía que estar completamente postrado, y que como está puede vivir otro tiempo”, señaló su hijo.

Asimismo señaló que el cáncer no tenía metástasis en otros órganos, por lo que no era terminal si bien le causaba gran dolor que no podía ser combatido sino tratado con paliativos.

El caricaturista lanzó una campaña a través de los medios para denunciar la situación de su padre y reclamar apoyo para continuar con el procedimiento.

La iglesia. La diócesis católica de Pereira, ciudad en donde fue practicada la eutanasia, afirmó que poner fin a la vida de las personas “disminuidas, enfermas o moribundas” es “moralmente inaceptable” y un “acto homicida”.

En el texto se agrega que “una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador”.

Ningún otro país de América Latina ha llegado tan lejos en el derecho a una muerte digna. Desde abril pasado existe en Colombia un protocolo para la muerte asistida elaborado por el Ministerio de Salud.