Sin embargo, el ejército ha logrado reducir su territorio y eliminado sus trincheras, dice Brucker García, director del área de Salud de Portoviejo. 

Cambio. García destaca que la participación de los militares fue determinante para empezar a ganar la batalla. Explicó que cien uniformados salen en brigadas junto al personal de la Dirección de Salud y llegan a los barrios donde cumplen con la colocación de abate y rociado intradomiciliario.

Explica que antes, cuando los inspectores de salud llegaban a realizar esa labor se encontraban con ciudadanos que se rehusaban a que ingresen, ya sea por temor a que los asalten o simplemente porque no les daba la gana. “Si en una cuadra se fumigaban todas las viviendas pero en una no se permitía hacerlo, allí el trabajo fracasaba porque el mosco se reproducía en ese lugar”,  dice el médico. 

No obstante, con los militares eso ya no sucede porque los usuarios se sienten seguros, menciona.

Dice que de esta manera se corta el circuito de transmisión de la enfermedad,  ya que se elimina el mosquito infectado que podría enfermar a otra persona.

Casos.  Indica que Portoviejo tenía una incidencia de entre 30 y 40 casos nuevos cada día. Incluso en el pico más alto se llegó a 50 enfermos diarios, pero ahora se registran 30 casos a la semana. Al momento en la capital suman 4.600 casos oficiales aunque el director reconoce que muchos de los enfermos no llegan a un centro de salud y no se registra su dolencia, ya que siguen el tratamiento del hermano, vecino o tía, así la relación es que por cada caso registrado oficialmente hay tres sin hacerlo. Edison Velásquez, soldado del Grupo de Caballería Mecanizada Teniente Hugo Ortiz, señala que se siente contento de colaborar con esta campaña que ayuda a las personas. En la mayoría de hogares les facilitan el trabajo, menciona.