Actualizado hace: 931 días 16 horas 11 minutos
Bernardo Avellán Vélez
Entre la fe y la creencia

La mente es el único aspecto humano que nos diferencia de los animales. Es el vínculo por el cual se manifiestan los pensamientos e ideas que se originan del mundo mental. La mente tiene su asiento en una parte específica del cerebro que corresponde a lo que es el cerebelo, hipotálamo y glándula pineal. De aquí nacen las ideas, los proyectos, los planes y anhelos. En el mundo de la mente natural se forjan los pensamientos más nobles e inicuos.

Lunes 29 Junio 2015 | 04:00

Para aquel que se estudia a sí mismo, el dominio de la mente humana es el principal objetivo y escollo, ya que como dijo el filósofo gnóstico Samael Aum Weor: “Nuestra mente es el potro salvaje que hay que saber domar, de lo contrario nos llevará por los caminos más escabrosos de la vida”.
Para tener una idea cabal de lo que es la mente y sus aspectos divergentes, la Gnoseología o ciencia del Conocimiento, divide a la mente en tres aspectos bien diferenciados, dándonos una aclaración al respecto.
En primer término tenemos la “mente sensual”, la que fabrica sus conceptos de contenido mediante lo que ve, (percepciones sensoriales externas). La mente sensual es terriblemente grosera y materialista, no puede aceptar nada que no haya sido demostrado físicamente. Indudablemente la mente sensual nada puede saber de la verdad de los aspectos espirituales.
La “mente intermedia”, es notablemente diferente; sin embargo, tampoco sabe nada en forma directa sobre lo real, se limita a creer y aceptar, aceptar y rebatir, y eso es todo. En la mente intermedia están las creencias religiosas, los dogmas de la verdad inquebrantable, la política, el moralismo, la filosofía. Es aquí donde todo se cree y se acepta de acuerdo a nuestros intereses personales. En este estado mental nos encontramos la mayoría de seres humanos.
Finalmente tenemos la “mente interior”, la que nos vincula con el real ser, esta es fundamentalmente para la experiencia directa de la Verdad. La mente interior elabora sus conceptos de contenido con los datos aportados por la conciencia del ser, que incuestionablemente puede vivenciar y experimentar lo real. No hay duda de que la conciencia sabe la Verdad y necesita del mediador de la “mente interior”, como herramienta de acción, para manifestarse. 
Es aquí donde nace la fe auténtica en el ser humano. Abrir la mente interior sería lo indicado a fin de salir del mundo de las dudas, esto significa que mediante este estado mental superior, nace la fe consciente. Ahora podemos entender las palabras del gran rabí de Israel, Jesús de Nazaret: “Si tuviereis fe como un  grano de mostaza podréis mover montañas”. Corolario: El que tiene fe verdadera, no necesita creer.
 
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