Cuando una persona es afectada por la diabetes, en la tipo 1 necesita insulina desde el inicio para poder vivir; en la tipo 2 al principio se la puede tratar con tabletas por vía oral, pero con el paso de meses o algunos años hay que administrar insulina por la falla en la secreción de la misma por parte de la célula beta y la muerte de éstas, de tal suerte que a veces llegan a tener una carencia total de la hormona y se parece a la tipo 1.
Cuando las personas con diabetes utilizan cualquiera de las 45 formas que existen en la actualidad en la combinación de las 12 familias que hay para bajar la glucosa en la sangre, denota que el “tratamiento ideal” no existe y estamos todavía en “pañales”, por lo que las graves complicaciones, agudas y crónicas, se presentan en cualquier momento.
Entonces comprendemos que la educación diabetológica y el autocontrol es el único método importante, imprescindible; forma parte del mismo tratamiento y le permite al paciente ser libre y dueño de su propio destino. En el país no hay programas de educación.
Pero para esto se necesita el glucómetro o medidor de la glucosa capilar y las tiras para el autocontrol, que han subido de precio por las salvaguardias; ahora cuesta 52 dólares el tubo de 50 tirillas, cuando en la diabetes tipo 1 se utilizan por lo menos 4 al día y en la tipo 2 entre 1 y 2 tirillas. O sea que en el mes en el primer caso debe gastar 120 tirillas, o sea 130 dólares más el coste de la insulina Glargina (Lantus) que cuesta 50 dólares el frasco con 1.000 UI. Si la persona se pone 60UI por día, cuando la dosis media está entre 50 y 70 UI/día, está gastando 100 dólares adicionales; entre los dos rubros, las tirillas y la insulina, gasta 230 dólares, sin contar con el resto de los medicamentos con los que fácilmente llegan a los 500 dólares por mes.
En el año 2004, Jimena Robalino Velasco, Álvaro Orellana Sáenz y yo hicimos la Ley de Protección y Atención a las personas con diabetes, la cual fue publicada en el Registro Oficial el 11 de marzo de ese año.
Presentamos el Reglamento que fue felicitado en la Presidencia de la República, pero nunca se hizo efectiva y en el nuevo Código de la Salud ya la van a derogar. Y para rematar, el Ministerio de Salud Pública retiró del Cuadro Básico la insulina Glargina (Lantus), vital para el tratamiento y el precio se disparó a 50 dólares el frasco.
¿Quién reclama? ¿Por qué nadie protesta? Los casi 1 millón de diabéticos que hay en el Ecuador deben salir a las calles y hacer un plantón para que el Gobierno se sensibilice y retire los impuestos a las tirillas y a las insulinas.