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Tema del Día
Manabí sufre siete asaltos al día
Yadira Mendoza llora al contar que le robaron

El llanto de Yadira Mendoza atraía a quienes transitaban por la calle 9 de Octubre y Ricaurte. A toda voz decía que le habían robado.

Jueves 18 Junio 2015 | 07:00

La mujer fue una de las víctimas de la inseguridad que se vive en el centro de Portoviejo, zona donde la mañana del martes un total de tres mujeres fueron afectadas por los delincuentes. 

Yadira contó que iba a depositar 140 dólares en el Banco Pichincha, pero que antes decidió desayunar un sánduche y un batido en uno de los pequeños locales que están en el Centro Comercial Municipal (CCM). 

Hasta allí tenía el dinero; sin embargo, cuando llegó a la entidad bancaria los dólares habían desaparecido. 
Con lágrimas, la mujer recordó que hace un año también le robaron en el CCM, sólo que esa vez fue en la esquina de la calle Chile y 9  de Octubre. Por la aglomeración de personas y el movimiento comercial la zona céntrica de Portoviejo es considerada por la Policía como un punto crítico en el cometimiento de delitos como asaltos y robos. 
UN PLAN. Víctor Cevallos Vélez, quien observó la escena de la mujer, comentó: “Desgraciadamente este es el pan de cada día en Portoviejo”.
Mientras que Ana Pilay, exconcejal de Portoviejo, cree que en la ciudad hace falta una mayor coordinación entre todas las instituciones que tienen que ver con la seguridad y que debe haber un plan para ponerlo en marcha, no solamente cuando está ocurriendo el delito. 
Considera que la inseguridad en el cantón y la provincia no se resuelve instalando más cámaras ni poniendo más policías. “Se debe ir más allá, la delincuencia en este país seguirá persistiendo mientras el Estado como política, sus instituciones, sus representantes apliquen programas para educar, concientizar y desde escuelas y colegios promover valores. “Además de eso, el problema es que mientras exista pobreza y miseria, difícilmente la desocupación, la falta de trabajo y de oportunidades se convierten en un caldo de cultivo para la delincuencia y hacia eso no están atacando ni las autoridades locales ni nacionales”, manifestó.
En Manta, otra de las ciudades de Manabí con mayor incidencia del delito, después de Portoviejo (cantones con el mayor número de población de la provincia), desde abril de este año los comerciantes vienen solicitando a la Policía más seguridad. 
Luis Parrales, propietario de un almacén ubicado en Tarqui, señaló que la inseguridad se ha vuelto imparable en esta zona. “A los delincuentes no les importa si es de día o de noche para atacarnos”, agregó.
PROMESA. La Policía nos ha prometido una mayor protección en las últimas dos reuniones que sostuvimos el domingo y el lunes que pasó, manifestó.
En Chone, David Zambrano, morador de la ciudadela El Inca, manifestó que a pesar de que  la Policía realiza patrullajes los “amigos de lo ajeno” se las ingenian para robar. 
Roberto Sosa, jefe de la Policía Judicial del distrito Chone- Flavio Alfaro, señaló que están trabajando para reducir los índices delictivos. 
Refirió que en el 2014 los robos a personas fueron 117 casos.
Este año, a la presente fecha, van 63. 
Mencionó que los botones de pánico instalados en casas y en locales comerciales han servido para evitar muchos asaltos. 
Resaltó que esto es el resultado de trabajar con la ciudadanía. 
MEDICIÓN TÉCNICA. Romel Tapia, jefe de la Policía Judicial de Manabí, señaló que ellos como institución analizan la inseguridad de una forma integral y en base a ocho variables que pueden determinar un grado o percepción de seguridad. 
Y en base a ese análisis que es real y sin “cifras negras” los índices han disminuido en la provincia, tanto así que en el año 2014 la subzona estuvo considerada con menos de la línea base que se planteó el Estado a nivel nacional en cuanto a reducción de delitos, dijo. 
Por ejemplo, en Manabí antes del 2012 se superaban las 700 muertes violentas, mientras que en lo que va del año a nivel de la provincia se registran 13 casos. 
En cuanto a los robos a personas, domicilios, locales comerciales, robo de carros, de motocicletas, en carreteras y de accesorios de carros, otras variables con las que ellos miden la inseguridad, estos delitos han disminuido, comentó Tapia mostrando las cifras que se adjuntan en los cuadros ubicados en la parte inferior de esta página.
Sin embargo, para algunos ciudadanos estas cifras se alejan de la realidad que se vive en las calles. Varios entrevistados creen que pese al trabajo policial los delitos no paran. 
Raymond Arévalo Licoa contó que él y su esposa Julia Rivas fueron asaltados en la calle Quito y Olmedo. 
“Nos apuntaron con un arma, a ella le dañaron la oreja al arrancarle el arete y además le sacaron el anillo de matrimonio con los dientes”, manifestó. 
Eso fue el año pasado, mientras que hace un mes en la calle César Chávez,  Arévalo detalló que disfrutaba con unos 30 excompañeros de colegio cuando ocho delincuentes entraron a la casa y les quitaron todo. 
La bailarina de la “hora loca” además fue morboseada, contó.
Stalin, nombre protegido, recuerda que en el sitio Sosote los delincuentes lo apalearon para quitarle todo lo que llevaba. 
Luego lo dejaron botado en la calle. 
“La Policía creía que estaba muerto y me pusieron hasta una sábana, pero mi hijo me llevó al hospital y me salvó”, relató mostrando las huellas en su cuerpo.  
LADRÓN LE RECLAMÓ. A María Manzano Solórzano la asaltaron en la avenida Manabí y Granda Centeno. “El delincuente me arrinconó como enamorada, me revisó y al no encontrarme nada me dijo ‘esta huev... no más cargas’ y además me insultó. 
Una señora que vio la escena preguntó ¿qué sucede? y el asaltante respondió “no se meta, es una pelea de enamorados”, recordó la mujer. 
Mientras que Bernalda  Ruiz Macías señaló que ella salía de su trabajo de guardia de seguridad. Iba uniformada y caminaba cerca de la quinta San Juan cuando dos delincuentes en una moto la interceptaron. “Lo que hice fue apretar mi cartera hacia mi cuerpo y eso disgustó al delincuente que se había bajado de la moto, quien me dio una patada en la pierna derecha. Ruiz dijo que ella reaccionó y forcejeó con el antisocial, “cogí un ladrillo que estaba en el suelo y se lo iba a lanzar al asaltante, quien salió huyendo con mi celular, pero no con mi cartera, donde llevaba 1.500 dólares”. 
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