Es que cobrar un impuesto a la herencia es cobrar dos veces sobre el mismo esfuerzo laboral o sobre la cultura de ahorro de una persona, una familia o una empresa.
Un impuesto a la herencia hace más grande al Estado y más pequeño al ciudadano. Es más estatismo y menos libertad.
Es cierto que en muchos países existe, pero no por eso es lo correcto.
El impuesto que plantea el gobierno del presidente Rafael Correa, que llega a grabar hasta con el 72,5 % a las herencias, afirma lo anteriormente dicho y rompe toda lógica de respeto al derecho a la propiedad privada, porque pasa a ser casi una confiscación con cierto aroma comunista, porque convierte a lo privado en propiedad de todos.
Si Ecuador quiere vivir respetando las libertades individuales, y en este caso el derecho a la propiedad privada, debe levantar su voz de protesta y hacer saber al Presidente de la República y a los asambleístas, que esta idea es contraria a la cultura nacional y a lo que se quiere como país.
El modelo económico estatista que está desarrollando el gobierno no funciona y debe ser revisado.