El propio Alfaro le comisiona desde Nicaragua para que regrese al país a liderar los movimientos desde la provincia de Los Ríos. Bowen, desde muy joven había combatido por las causas liberales en Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en este último país obtuvo el grado de General a los tempranos 22 años.
El historiador Rodolfo Pérez Pimentel narra: “Ya en Ecuador, el 28 de abril, ya tenía gente en armas, lanzó una Proclama, atacó heroicamente Babahoyo, fue herido en un brazo y rechazado por la guarnición, tomó el camino de Guaranda con 60 hombres. El 24 de mayo entró sin disparar a esa población y lanzó otra proclama incitando a los demás pueblos de Ecuador a la revolución armada. Riobamba, Alausí y Ambato se alzaron. Bowen ayudó económicamente a esas poblaciones y ya estaba hecha la revolución. Todo en dos meses solamente. Por algo el propio Bowen se calificaba de predestinado. De él se cuenta que era tanto su arrojo, que en las batallas hacía esfuerzos inauditos para morir o vencer, por lo que sus soldados lo adoraban”.
Después de sus triunfos en Babahoyo de boca en boca se hablaba de su vida aventurera creando al hombre leyenda. Sólo sabían que era valiente y apuesto. Cuando llega a Guayaquil con el grueso de su batallón, fue recibido apoteósicamente por los jóvenes liberales que lo subieron en un coche descubierto. Narra Pareja Diez Canseco en su libro La Hoguera Bárbara: “los caballos de su carruaje fueron desenganchados y los más exaltados de sus admiradores tiraron del carro. Cayeron algunas flores sobre su cabeza y no faltó quien afirmara imperiosamente que Bowen debería ser proclamado Jefe Supremo de la República”.
El 18 de junio de 1895, Alfaro arribó al puerto y nombra su gabinete. Plutarco Bowen es designado para comandar la Primera División del Ejército Patriota.
Lo que sucedió después será motivo de otro artículo.