Esto como un plan tan ambicioso como inevitable para el desarrollo, expuso el vicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas Espinel.
“La integración energética ya no es una opción, es una obligación para los países”, sentenció Glas en entrevista en Bogotá, donde mantiene una serie de encuentros con su homólogo colombiano, Germán Vargas Lleras, centrados en compartir “experiencias e información” sobre proyectos de infraestructura vial y planes de vivienda.
Ecuador no ve la energía como una “oportunidad comercial o de negocio” sino como una opción “de desarrollo” para la región, aunque los números son contundentes: desde 2003, indica Glas, su país ha comprado “más de 1.000 millones de dólares” en energía a Colombia, a la que a su vez también ha comenzado a vender recientemente.
Glas sostiene que Colombia ya tiene “una gran infraestructura eléctrica”, en tanto que en Ecuador actualmente se están construyendo de forma simultánea ocho hidroeléctricas y además se está desarrollando “una red de transmisión de 500.000 voltios”, y las conexiones en la frontera están sobradamente preparadas.