Los napo o también llamados omaguas vivieron entre el 1200 y el 1600 d. C. a lo largo de las riberas del río Napo y sus principales ríos afluentes.

Existen evidencias de esta cultura en las selvas amazónicas, no solo de Ecuador, sino también de Perú y Brasil.

Sus viviendas estaban localizadas sobre elevaciones cercanas a los ríos, construidas con hojas de palma y de forma redonda. Allí preparaban sus alimentos y tejían canastas para la recolección de frutos silvestres o trampas de río con diferentes fibras vegetales.

Se han hallado volantes de huso o fusayolas en los sitios investigados, estos seguramente fueron empleados para hilar.

Elaboraron vasijas de color crema, bastante pesadas y decoradas con figuras humanas y con representaciones negras, rojas y blancas de los animales que veneraban, como el jaguar y la anaconda.

Doménika Sánchez, directora del Museo Arqueológico y Etnográfico de la Universidad Eloy Alfaro, explica que diversas culturas se asentaron en el país y que Napo no es la excepción; sin embargo, por ser una cultura de la Amazonía en este museo hay pocos restos de la misma, ya que los objetos encontrados de esta y otras culturas de la Sierra o Amazonía son entregados a la red de museos según la región del lugar donde fueron hallados, explica. 

Los napo emplearon vasijas de gran tamaño para depositar la chicha elaborada a base de yuca y utilizaban hojas grandes para compartir los alimentos. La pesca de tambaquí, pirarucú, pirañas y anguilas, así como la caza de aves, monos, armadillos y lagartos constituyeron la base de su dieta alimenticia.