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Guido Álava Párraga
Especialistas

En ver los errores o pecados del prójimo pasando por alto los nuestros..

Jueves 28 Mayo 2015 | 04:00

 En juzgar y condenar a los otros mientras nos perdonamos a nosotros. En dedicar mucho tiempo al chisme. En resentirnos con facilidad con nuestros familiares y amigos. En enojarnos y ofender al prójimo cuando no está de acuerdo con nosotros. En creernos más que los otros, subestimándolos. En ser indiferentes con los que están en desgracia. En necedad, orgullo y arrogancia. En sostener criterios y conceptos infundados. En despreciar las enseñanzas bíblicas. En despreciar la trascendencia, abogando por la mediocridad. En despreciar los hábitos de lectura.

Especialistas en pecados, este debería ser el calificativo de todo aquel que ha hecho de estas prácticas o actitudes su cotidianidad, nada hay tan degradante en el habitus moral del ser humano que pensar y actuar erradamente.
Cuan urgente y necesario es para toda sociedad que haya individuos decididos a cambiar estas formas de pensar y actuar para optar por un camino de actitudes que construyan armonía familiar y social, esto será harto posible abandonando estos hábitos que nos deshumanizan. Hay que dejar de ser especialistas o dedicados a tiempo completo a hablar mal y condenar a nuestros semejantes, nuestra raza fue creada para construir buenas relaciones entre nosotros.  
En la especie humana toda acción tiene estrecha relación con lo que pensamos y creemos, un proverbio bíblico dice “Tales son los pensamientos del hombre en el corazón tal es él”. En esta perspectiva, la biblia abunda en la necesidad de tener buenos pensamientos, el apóstol Pablo en una de sus cartas expresó: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Sí, buenos pensamientos es lo que necesitamos para ser mejores.  
Todo en el mundo sufre cambios por leyes naturales dispuestas por Dios. En la especie humana el hombre tiene que cambiar de lo malo a lo bueno, eso, Dios lo hace posible contando con la voluntad del individuo primero, luego la fe, seguida de un conocimiento y práctica de su palabra referida en las milenarias escrituras bíblicas.
No es bueno que las personas sean proclives a resentirse por cosas insignificantes y a reaccionar con enojos, sin razón de peso.
No se puede prosperar socialmente si no somos mínimamente tolerantes con nuestros seres queridos y amistades, mucho mas no podremos elevar nuestro patrimonio moral si excluimos en nuestro bagaje cognitivo las enseñanzas del maestro Jesús, aquel Mesías histórico y bíblico que nos legó en su bello evangelio palabras de poder y mandatos.
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