Actualizado hace: 936 días 20 horas 34 minutos
Manabí
Ayudan a cambiar el techo de cady

La tradición ancestral de la cultura montuvia se evidencia también en las creencias populares de su entorno.

Lunes 25 Mayo 2015 | 04:00

 
“Aunque ya no con la misma frecuencia de antes, aún se conservan casos de vecinos que se dan la mano, se ayudan o hacen el cambio de brazos para empajar o desempajar los techos de sus casas de madera y de caña; aclarando que ‘empajar’ quiere decir la colocación del cady en los techos de las casas, cady que extraen de una palma pequeña del mismo nombre, utilizando para amarrar o fijar las hojas en el techo el bejuco de piquigua hilado y remojado cuando no usan alambre.
El gesto de colaboración de solidaridad, compañerismo y buena vecindad se da en el momento en que los jefes del hogar del sitio, comunidad o comuna acuden un día domingo o día de fiesta o sea el día en que no trabajan, por ejemplo, el ‘Día de San Ramón’ con la finalidad de quitar el cady viejo y poner en su lugar el nuevo para evitar que la familia se moje. Esto se acostumbra antes de que el invierno haga su aparición. ¿Cómo recibía o recibe el dueño de la casa a quienes van a ayudarlo a empajar?, lo cual es ya como un compromiso o protocolo, es la generosidad y la hospitalidad con que recibe a sus vecinos y colaboradores de esta ‘minga de empaje’, pues previamente ha adquirido  trago puro o licor de caña para brindar conforme avanza la faena, como que el licor los incentiva y les da ánimo para culminar el trabajo, se ponen con espíritu festivo, unos están en el techo desempajando y otros empajando o amarrando las hojas de cady secas y dobladas y otros desde abajo impulsan las ramas que serán colocadas en el techo. Todo es camadería, se vive una auténtica fiesta campesina, se dicen sus bromas, se acuerdan de las anécdotas ocurridas, hacen chance de uno de los personajes de la vecindad, cantan, cuentan cachos, se dicen apodos, conversan de las cosechas, entre otros.
El dueño de la casa ya con el tiempo ha sentenciado un número de gallinas criollas de las más gordas y grandes para hacer preparar el día del empaje; por otro lado, están en la cocina las mujeres de la casa y vecinas que también vienen a la minga a ayudar a cocinar y sirven el delicioso  y suculento almuerzo, consistente en un caldo de gallina patas amarillas con yuca, plátano asado, menestra de maní con plátano y menudencia de gallina y arroz, sin faltar por supuesto, ya sea el chocolate o el jugo de frutas del medio.
Así termina la minga del empajado de la casa el vecino, no sin antes dejar establecida la fecha o el día en que le tocará a otro vecino, minga la cual deben acudir con el mismo entusiasmo y sin faltar porque es un compromiso de ayuda mutua entre ellos. Allí en esos casos el dinero no tiene ningún valor, porque nadie paga ni debe a nadie dinero alguno por este tipo de trabajo de grupo y cooperativo, aquí se trata de que ‘favor se paga con favor’, bello gesto de actitud humana que ojalá nunca desaparezca, y que mantiene unidos y solidarios a los vecinos de una comarca”.
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