Actualizado hace: 936 días 17 horas 29 minutos
Childerico Cevallos
Priorizar la labor de inteligencia

Los últimos descubrimientos de manejo ilegal de drogas en el país, especialmente en Manabí, ratifican aquella apreciación de que en esta geografía se están cocinando muchos más materiales alucinógenos, psicotrópico - o como se los llame - de aquellos que el Gobierno a través de la Policía Antinarcóticos ha decomisado hasta ahora.

Domingo 24 Mayo 2015 | 04:00

Esto justifica más la sugerencia que se realizara hace algún tiempo al ministro del Interior, José Serrano, en el sentido de que se establezca en Manabí una base especial de combate al narcotráfico.
Para ello habría que destinar un personal escogido que peine exhaustivamente toda la geografía provincial.
Que se dedique a una búsqueda intensa hasta determinar que la actividad de tráfico, siembra y/o producción de drogas, al igual que sus conexos como la existencia de laboratorios clandestinos enclavados en los sectores de las agrestes montaña, se encuentra bajo control y quedarían prolongadamente fuera de acción. 
Es que pareciera que las capturas y el descubrimiento de las guaridas para el procesamiento de la droga serían solamente la punta del ovillo en que los mafiosos han convertido a nuestra provincia y que hay que desenrrollarlo hasta que quede vacío el carrete.
Y las cosas que pasan en el país y en Manabí no serían tan ligeras.
En alguna ocasión informó el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica, que 120 toneladas de cocaína anuales pasan a través de las fronteras ecuatorianas.
Y, localmente, hay cifras que arrojan un estimado a la tonelada de droga que se comercializa anualmente en Portoviejo con las ventas pequeñas en vías, plazas o puntos estratégicos de los narcocorredores urbanos.
Recuerdo que no hace mucho se dijo que saldrían tropas militares a las calles para ayudar a combatir los delitos, pero quizá aquello estaba dirigido a disuadir a quienes intentan cometerlos y tranquilizar a la población que, indiscutiblemente, sentiría el efecto visual de protección que brinda la presencia de elementos que le inspiren seguridad al verlos en ronda por las calles.
Mas todo quedó en buenas intenciones; probablemente otras opiniones, pareceres o vivencias del momento la dejaron de lado.
Y es que, lo que realmente hay que combatir es a los cerebros que generan  el delito, que mentalizan, planifican y manipulan el crimen organizado.
Es decir, a las cabezas que estarían intentando apoderarse de la provincia, degenerándola al esparcir la droga entre sus gentes y envileciendo su nombre al utilizar sus costas para exportarla.
Se requiere, entonces, entrar al fondo del problema; llegar a los capos nacionales y a sus acólitos provinciales, para que las plausibles acciones que últimamente han golpeado a la mafia no se conviertan en pan para ahora y hambre para mañana. 
Porque al menor descuido los indeseables vuelven a la carga.
Entonces, la labor de inteligencia es la predominante en la localización de los nidos y escondites para desbaratar las  estrategias narcodestructivas de la sociedad.
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