Previamente deberá conocerse en qué condiciones asumiría el ungido. Existirá un balance positivo en obras de infraestructura física, electricidad, salud y educación (excepto la agrícola, en franco retroceso), pero seguirá el deterioro económico como secuela de la caída del precio del petróleo y reducción de exportaciones, por revalorización del dólar.
Pende sobre el futuro, el impacto del anunciado fenómeno El Niño, cuya impredecible intensidad, podría variar de leve a catastrófica, y con ello la proporción del daño a la actividad productiva. Sea cual fuere el balance, a la fecha del cambio o a la continuidad del actual, la clave para una salida segura y a corto plazo será la ejecución de proyectos dirigidos al segmento económico y social de mayores ventajas, por las especiales características del ambiente ecuatorial y tropical, propicio al florecimiento de una agricultura próspera, que garantiza la subsistencia alimentaria del pueblo en su globalidad, y se proyecta hacia la agro exportación, para sostener una tambaleante dolarización, aumentando el torrente de divisas.
Para ello será necesario escoger una personalidad, con una mentalidad agro inteligente, que asimile con fervor que es en ese sector, que abarca también a la ganadería, acuacultura, forestación, pesca y su industria directamente dependiente, donde está la mayor proporción de habitantes en capacidad de laborar, pero que también es el que mejores perspectivas ofrece para aumentar plazas de ocupación dignas y permanentes. Además el que puede, en poco tiempo, sustituir millones de dólares en importaciones, aumentando las cosechas de maíz, soya, algodón, trigo y otros. Para esa época habrá una legión de jóvenes preparados, que exigirá ocupación, en ese espacio, acorde con sus conocimientos.
Ojalá se cuente con una nómina de candidatos con esos trazos, que tenga el firme compromiso de trabajar incansablemente por proyectar el campo y su territorio, incluyendo minería, a los más altos niveles de prosperidad, aplicando capacitación e innovación tecnológica, que lleve a “cultivar el mar”, facilitando créditos y asegurando comercialización justa. Los ecuatorianos elegiríamos al mejor, sin mirar el color de la papeleta electoral que lo patrocine.