Maritza Cárdenas, vicepresidenta de la Asociación de Microempresarios de Tagua, señaló que el boom  de la tagua permitió la instalación de más de un centenar de talleres que se implementaron en patios de casas, bodegas y galpones de Manta y Montecristi, generando decenas de fuentes de trabajo.

“Pero esta bonanza desapareció hace bastante tiempo. Quienes ahora sobrevivimos también caminamos al cierre, precisamente por la baja demanda del producto en el mercado internacional y las asfixiantes políticas que enfrenta el sector productivo”, agregó.  

Informó que actualmente hay unas 35 tagüeras operativas. 

Apoyo. Cedeño manifestó que el negocio de la tagua es cíclico. Agregó que desde el 2011 no hay repunte en los precios.  Ella cree que el  Gobierno debe apoyar a este sector, impulsando la producción de botones de tagua dentro de Ecuador, lo que evitaría el alto costo de la importación de botones plásticos, señaló.

“Sabemos que el 2014 se importaron un millón 500 mil dólares en botones plásticos”, indicó. 

Jorge Vera, tagüero, manifestó que el precio de la tagua sigue cayendo. El kilo de tagua de calidad A ahora tiene un costo de 10 dólares, mientras que las animelas de tagua de inferior calidad  han bajado desde el 25 hasta el 35 %, anotó.

Vera indicó que está pensando en convertirse en comprador de  animelas para exportarlas, y entregar la maquinaria a sus obreros para que ellos trabajen  por su cuenta, ya que las exigencias laborales no le dan otra opción.

Experiencia. Teresa Cedeño después de haber sido obrera fija en la desaparecida fábrica de tagua Manexpo, hace once años, ahora trabaja como eventual en una tagüera del barrio Altagracia. 

Ella que es experta en la selección de la animela, trabaja como eventual para financiar su aportación voluntaria al Seguro Social.