Para unos es cuestión de esperar, porque obras como el puente Los Caras, las carreteras, hospitales y espigones, han sido construidas en la provincia y, por lo tanto, vendrán próximamente otras como más escuelas del milenio.

Con estas últimas, precipitadamente hablando, se aprecia una especie de contraste, puesto que -pensando a lo bruto, empujado por lo que se ve-, mientras se esgrimen los cientos de miles de dólares que se está gastando en estas escuelas que acogen a cierto número de estudiantes en lugares escogidos, a cientos de escuelitas se les cae el techado de zinc, de cady, o mixto; o las paredes de caña o madera, porque no hay plata.

O sus escolares no tienen dónde hacer sus necesidades básicas porque: o no cuentan con los sanitarios o cuando los hay presentan riesgos a la salud por su vetustez, que ofende a todos.

O no hay cerramiento. O el patio para la hora cívica, donde realizan educación física o simple recreo, es de tierra, con el clásico polvo en verano y lodo cuando llueve. Claro que estas observaciones no son contra ni como impedimentos para la construcción de las escuelas del milenio, pero estamos conscientes que no todos los locales serán así, por lo que, se estima, hay que horizontalizar la atención, equilibrar los beneficios, hacer que lo que la mano derecha realiza la izquierda la imite.

De lo contrario sería continuar con aquello de escuelas de primera, de segunda y hasta de tercera clase, pudiendo dar paso al continuismo en la diferencia de enseñanza que sufre el país, de exclusión y selectividad educativa, a no ser que todas lleven las ponderadas ventajosas características de las del “milenio”, quedando de lado las milenarias, por la edad. Entonces desaparecería aquella constante que para educar mejor a sus hijos hay que enviarlos a las grandes ciudades.

Pero, volviendo a lo del revolucionario eslogan de “Manabí, provincia del milenio”, ¿quién no va a reconocer los trabajos que el presente gobierno ha realizado en beneficio de la provincia? Sin embargo, carreteras, hospitales, espigones, puentes y escuelas del milenio también han sido edificadas en otros lares, inclusive con mayores detalles técnicos, como en alguna ocasión expresara el exalcalde de Portoviejo Humberto Guillem, quien dijo que en verdad Manabí tiene buenas carreteras, pero que si vamos, por ejemplo, a la zona sur del país, en provincias como Loja, Azuay, El Oro, encontraremos súper carreteras.

¿Qué hay que ser agradecido? ¡De acuerdo! Y creo que no hay manabita que no lo esté o no reconozca el cambio. Pero eso y mucho más vale, esta casi bicentenaria provincia, a la que hay que atender sin necesidad de frases que adornen su derecho ni de melosas expresiones, como aquello de “hombres guapos”, que en alguna ocasión a alguien se le chisporreteara.

Y como hasta aquí me trajo el río, con este bizcocho, hasta las ocho.