Por ello, los proyectos de reforestación tendientes a contrarrestar la formación de zonas desérticas, a aportar con la riqueza forestal que equilibre la humedad en el campo o que ayude a evitar la contaminación en las ciudades, deben ser colegidos con programas que lleguen a un fin provechoso para todos.
Porque es común el inicio de las campañas de siembra y resiembra pero sin beneficio de inventario, que indique el grado de eficiencia de la actividad o motivos que impidieron culminarla con satisfacción.
Mas, debe ser una constante las acciones destinadas a la mayor cobertura vegetal en territorios como el de Manabí, haciéndolas parte de las programaciones municipales, coordinándolas con las que realiza el Gobierno Provincial de Manabí, del que pueden recibir la ayuda correspondiente.
Y realizarlas en fechas propicias, para que el riego natural de las lluvias ejerza su bienhechora labor, para su crecimiento y desarrollo inicial. Esperemos que se piense en el 2016 como un año del reverdecimiento de Manabí con plan de siembra masiva en toda su extensión.