Es que aquello de sustituir la obligación presupuestaria del Estado de aportar con el 40 por ciento a las pensiones jubilares, con la promesa de acudir en ayuda del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), cuando éste la requiera, resulta para la clase jubilada una esperanza al filo del precipicio.

Contrariamente, para el gobierno actual será facilísimo; en el futuro el IESS deberá decir cuánto quiere para que el Gobierno de turno le diga: 

¡Con todo gusto. Tengan y buen provecho! ¡Aplausos!

Pero si la situación económica del país empieza a hacer agua, como actualmente, ¿quién garantiza la aplicación de esa buena voluntad expresada en la ley, sin porcentaje ni monto establecido?

Por ejemplo, el actual gobierno, si el próximo año el barril de petróleo se vuelve más barrilito y su precio sigue a pique, desesperando al Ejecutivo, ¿creen que acudirá en salvación de los jubilados cuando él mismo se está ahogando?

La gallada del círculo: Glas, Pazmiño, Mera, Espinoza, Alvarado, Bonilla, y los que sabemos que votaron a favor, gritarán al unísono: ¡Sííííí! 

Pero el mismísimo iluminado los desmentirá, pues por las mismas razones de penuria continuarán vivos los motivos que lo empujaron a borrar el 40 % a las pensiones jubilares.

Tratándose de un sector de la sociedad de tanta sensibilidad, como es el de la tercera edad, integrado por cientos de miles de adultos mayores con cuyo esfuerzo de años los gobiernos han progresado, aumentar las condiciones de riesgos que de por si ya representa la edad, es una irreverencia.

Declaraciones como aquella de que en las condiciones actuales habría un fondo para que el IESS resista 12 años sin el auxilio gubernamental, podría ser calmante para los jubilados de ahora; ¿y qué de los miles posteriores que anualmente por derecho deben acogerse al retiro?

Experiencia de promesas es lo que más tiene el pueblo ecuatoriano. 

Y puede certificarlo el pueblo manabita, que desde el inicio del régimen de la revolución ciudadana está a la espera del cumplimiento de aquel paquete dorado lanzado como carnada a la ingenuidad, conteniendo un puerto de transferencia para Manta, un aeropuerto internacional para Manta, una vía internacional que una a los puertos de Manta con el de Manaos en Brasil.

Y la ciudadanía portovejense que busca en el infinito señales de la construcción del espigón de Crucita y su inclusión a la ruta del Spondylus, el teatro para Portoviejo, la realización del agrocentro, el instituto forense para lo cual la municipalidad donó un terreno; y las obras comenzadas, pero a paso de tortuga.

Y hay más en la línea de “Aunque Ud. no lo crea”: ¡Se acaba de hacer público que el gobierno no debe nada al IESS! 

¡¡Aplausísimos!! 

¡Milagro revolucionario y logrado en época de vacas flacas!

Por eso, los adultos mayores, jubilados o de la tercera edad, presentan como contraparte otro común dicho:

“Más vale pájaro en mano que cientos volando”.