A la menor se le diagnosticó este extraño cáncer en abril de 2014, cuando no se pudo despertar una mañana y sus padres, ambos doctores, la llevaron a un hospital de Bangkok.
Los análisis médicos mostraron la existencia de un tumor de 11 centímetros en el cerebro. Durante los meses siguientes, Matheryn fue sometida a multitud de operaciones, radiaciones y sesiones de quimioterapia que le produjeron una pérdida de al menos el 80 % del lado izquierdo de su cerebro.
Fue entonces cuando sus padres decidieron poner fin a la situación y contactar con Alcor Life Extension Foundation, una de las grandes organizaciones que ofrecen la criogenización. “Nos dimos cuenta de que era el final”, cuenta su padre, Sahatorn Naovaratpong. “Jugamos con ella y la abrazamos antes de quitarle el soporte vital”, agregó.
El cerebro de Matheryn ha sido extraído y preservado en acero inoxidable, aislado al vacío en un contenedor lleno de nitrógeno líquido, mientras que su cuerpo ha sido depositado en un criorefrigerador hasta que se encuentre una cura y se descubran los medios para regenerar su organismo de nuevo.
“Esto también significa algo para nuestra familia: sabemos que está viva, aunque nos hayamos separado”, dijo la madre de la niña.