Cada persona o familia católica tiene a los santos abogados de su fe, predilección o confianza, en todo caso dependiendo de la dificultad que se tiene en el momento.

Así por ejemplo, si se trata de curar las pestes de los animales o las enfermedades a las personas, hay quienes toman como abogado a San Roque; si se quiere que algo perdido aparezca, se encomiendan a San Antonio; en definitiva, cada pueblo, familia o persona, tienen santos de su devoción.

El devoto o familia que quiere de tal o cual santo un milagro o un favor le ofrece lo que conocen con el nombre de ‘manda’. Así pues, si se trata de que quiere que se salven los animales o aves de corral de la peste, le ofrecen entre otras cosas un cerdo, una vaca, una gallina o gallinas, que son vendidas y depositan el valor de la venta en las manos del cura párroco para que haga una misa o compre algo que sirva para el culto en la iglesia.

También acostumbran a efectuar los llamados velorios, donde arreglan un altar para la imagen de su preferencia, en la sala o en el patio de la casa, y frente a él los asistentes encienden velas, rezan y cantan. 

Luego los concurrentes son invitados a comer, donde desarrollan verdaderos banquetes en los que se encuentra diversidad de bocadillos, platos tradicionales, gallinas, frituras y comidas elaboradas con el cerdo o la vaca que le ofrecieron como ‘manda’ al santo.

Son diversas las formas de ofrendar una recompensa o un agradecimiento al santo preferido. Hay quienes ofrecen dinero, ofrecen misas, asisten a novenarios, se visten de harapos, caminan de rodillas, asisten sin zapatos a la iglesia, ponen a sus hijos el nombre del santo preferido para lograr el milagro.