Actualizado hace: 936 días 14 horas 32 minutos
Libertad Regalado Espinosa
La memoria y el olvido

Con qué facilidad olvidamos el pasado cuando nos conviene, bien para tapar la deshonra, los viles actos o para esconder la valía de alguien. Qué nos motiva a ello, por qué actuamos de esa forma, por qué nos creemos perfectos para juzgar los actos de los demás.

Jueves 23 Abril 2015 | 04:00

 Qué difícil es trajinar por la vida cuando te conviertes  en hombre o mujer que por el cargo que ocupas te debes a una comunidad; y mucho más delicado cuando ese espacio es el educativo. Si haces algo bien, los aplausos son para los mandos medios; si alguien de la institución que diriges ha fallado, las críticas negativas son dardos que van directo a tu persona. Si los profesionales que salen de esa universidad son buenos es porque ellos tuvieron el talento y la capacidad, si salen mediocres, es porque la universidad no sirve. Si un decano ha cometido ilícitos, es porque el rector lo permitió, si un decano ha sacado adelante a su facultad, es por su gestión.

Medardo Mora, aplaudido ayer, denostado hoy por quienes han sido parte de la ULEAM, no merece salir por la puerta trasera, hay toda una trayectoria, que no puede borrarse porque a unos cuantos les interesa. Parece que se ha puesto de moda desprestigiar al otro para escalar, desacreditar para poder encumbrarse. 
Cuando hay valía en los seres humanos no es necesario bajezas ni mezquindades que a nada conducen sino a la desaprobación de un conglomerado que ha  seguido de cerca la vida de Medardo Mora, que ha sido testigo de los altos cargos que ha ocupado, de las múltiples condecoraciones y reconocimientos que ha recibido, de su aporte en el campo científico-filosófico a través de sus ensayos y escritos.
Tal vez su mayor defecto haya sido el exceso de sensibilidad,  ingenuidad y confianza, de creer que todos actuaban en busca de consolidar a la ULEAM como la universidad de mayor prestigio; y por eso los dejó hacer, pero se olvidó de indagar en el ser de esas personas. Tal vez su error fue quedarse más del tiempo debido, aferrarse a ella.
Una universidad no la hace una persona, la hacen todos: estudiantes, docentes, administrativos, empleados, directivos, comunidad. No se hunde ni se eleva por el accionar de uno o de dos; en ello juega una serie de parámetros. Su estructura es muy sensible. Más aún en los actuales momentos de profundos cambios en la educación superior. 
Ojalá vuelva la mesura a caminar por los pasillos de este centro de estudios, ojalá quienes postulan para esta dignidad tengan la formación ética y la preparación académica necesaria y estén en condiciones de enfrentar los nuevos retos que exige la educación superior.
 
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