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Personaje
Los secretos de hacer cielo raso

La cabuya en hebras parece un cabello largo y dorado. Álvaro Mendoza lo toma entre sus manos y lo peina como si de una persona se tratara.

Domingo 19 Abril 2015 | 04:00

“En el campo le dicen escarmenar”, ríe y enseña cómo esa palabra sirve para definir la acción de peinar y ordenar los hilos de la fibra vegetal que será el alma del panel de yeso que se alista a preparar.
Sobre una plancha de plástico translúcido, decorado con formas florales que se plasmarán en el panel, este artesano de 63 años, que lleva 48 haciendo lo mismo,  vierte la mezcla de yeso y agua que luego dispersa con la mano.
Con una capa consistente y uniforme crea la primera piel de la plancha de yeso. Sobre ella pone la cabuya, que como una gigante mota de pelo se entrelaza y pega de inmediato a la mezcla.
Álvaro la apisona con la mano y muestra detalles de su oficio. “Aquí es la clave: si usted le pone así nomás va a quedar débil, sí lo pone bien verá la diferencia”, cuenta.
Entonces toma la cabuya y muestra cómo la dispersa, de tal forma que se convierte en una red que se solidificará dentro del yeso y junto a tiras de caña darán el sostén a la estructura.
Experiencia. Álvaro tenía unos 15 años cuando de la mano de un maestro artesano cuencano aprendió el oficio.
Por ese entonces, cuenta, eran pocas las casas que contaban con este tipo de trabajo.
En aquellos años la labor estaba llena de detalles, de acabados más decorativos, de caprichosas molduras, de desniveles y formas que se elaboraban en los techos. Recuerda que el trabajo requería mucho ingenio.
“Ahora -reflexiona- la gente quiere lo más común y económico. Pero acá estamos preparados para hacer de todo”.
Entre sus obras han estado lujosas casas, oficinas y entidades bancarias. En trabajos más especializados siempre ha laborado de la mano de arquitectos  y diseñadores, a quienes ha ayudado a hacer realidad sus dibujos.
Recuerdos. Ahora en su trabajo participan ocasionalmente sus cuatro hijos, uno de ellos con mayor énfasis.
Piensa que lo importante es siempre no huir al trabajo y hacer frente a nuevos retos.
Recuerda que una vez aceptó una obra en la que le costó mucho colocar los primeros paneles por el tipo de forma y diseño. 
“Arquitecto eso está como muy alto”, recuerda que le comentó al constructor. Pero no se amilanó.
“La primera semana fue dura. Ya después le cogimos el golpe y salimos rápido”, cuenta.
Con casi medio siglo, Álvaro no tiene duda en decir que en la cabuya está el secreto de una buena plancha de cielo raso de yeso. “Mire, esto le va a durar como 40 años, ya verá”, afirma mientras golpea y muestra la resistencia de una placa que, dice, durará un poco menos que el mismo tiempo que lo que él lleva en el oficio.
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