Ese fue el principal error de las actuales y pasadas autoridades del gobierno provincial, quienes no supieron socializar una propuesta unitaria, de consenso, que permitiera tener una sola voz ante el gobierno central para no correr el riesgo de ir a una innecesaria consulta popular, que siempre ha sido la tesis del Guayas para salir de ese conflicto. Sería injusto que los sesenta mil habitantes de ese sector, la mayoría de ellos invasores comerciales, con intereses económicos en el Guayas, definieron un artificial conflicto que históricamente, jurídicamente y culturalmente es un heredad manabita.
La trabajos realizados en ese sector por el Prefecto Mariano Zambrano son plausibles; pero me recuerda a los alumnos que sólo estudian en épocas de exámenes. Lamentablemente en el pasado casi no se hizo nada, nos quedamos en puras declaraciones líricas, con voces aisladas, con salidas injustas como la de pedir la renuncia de las autoridades. Sin embargo, debemos reconocer la permanente y silenciosa labor de la Arquidiócesis de Portoviejo, que históricamente ha servido espiritualmente a la comunidad de Las Delicias, incluso con la construcción de un hermoso templo, acompañado de asistencia social a los ciudadanos, tarea emprendida ardorosamente por el arzobispo José Mario Ruiz Navas y continuada por su sucesor Lorenzo Voltolini Esti.
Tenemos conocimiento que el médico historiador, Alfredo Cedeño Delgado, presentará una original propuesta el próximo jueves 23 de abril, a las a las 10h00, en la Casa de la Cultura de Manabí. La hará al pueblo manabita representado por Mariano Zambrano Segovia, quien espero no la desaire, que no sea irreverente ante los intelectuales mandando un delegado. Sabemos que la entrega de esa propuesta será comentada, valorada y socializada también con los exprefectos de Manabí: Ricado Bowen Cavanaro, Enrique Delgado Copiano, César Acosta Vásquez, Richard Guillem Zambrano, Luis Andrade Quiñónez, Clemente Vásquez González y Humberto Guillem Murillo, con quienes debería haberse constituido desde un principio un comité asesor y de defensa de nuestra heredad territorial.
Es hora de la unidad manabita, sólo así funcionará un Plan B sin sectarismo ni vanguardismo ni tremendismo que cause división. Tampoco caer en la indiferencia y silencio de las universidades manabitas, porque desde la academia bien puede aportarse para dar el sustento jurídico e histórico que permita sensibilizar, educar y hacer tomar conciencia de la identidad cultural manabita a la juventud y a la ciudadanía de la zona disputada, esclareciendo con razonamientos que esos territorios son manabitas.
Esperamos conocer la propuesta del historiador Alfredo Cedeño Delgado.
