Sin embargo, durante el proceso de cambios se han presentado decisiones que pudieran parecer drásticas, despertando cierta oposición por la manera y los métodos aplicados, creando resistencia, desconcierto y hasta temor en las filas del magisterio. 

En especial de los maestros veteranos que, con el contraste de metodología, siente una especie de persecución con la exigencia de mayores estudios para la excelencia.

Si bien las aspiraciones del gobierno de hacer al docente un real vector de la repotenciación  del desarrollo nacional, es una acción plausible, probablemente la meta buscada y el trato ejercido para esa consecución no compaginan, menos aún cuando de por medio existe un sesgo político y de carácter doctrinario. 

En esas circunstancias, las intenciones se confunden, al igual que la apreciación, el respeto y el valor de la noble función de enseñar. 

Hoy, al recordarse el Día del Maestro Ecuatoriano, queremos expresar nuestra admiración a quienes dedicaron y dedican su vida al apostolado de la educación, deseando que se llegue a un acercamiento gobierno-maestros que facilite los cambios trascendentales posibles, conscientes que el beneficio será de todos y para todos.