“Este es nuestro día. Con la misa inicia el Triduo Pascual que son tres días profundos de preparación”, cuenta Pinoargote. 

Para la bendición ritual, los sacerdotes levantaron su mano derecha, junto con el arzobispo Lorenzo Voltolini, quien dirigió la misa y de esta manera sus promesas sacerdotales fueron renovadas.

Además de este acto, se realizó la bendición de los óleos que serán utilizados por todo el año.

El recipiente con el óleo de los catecúmenos fue el primero en ser bendecido, el cual está destinado a los que reciben el bautismo.

El siguiente fue el de los enfermos. “Este óleo aliviará el cuerpo, alma y espíritu de aquel enfermo”, expresó el arzobispo.

El tercero fue el Santo Crisma, uno de los aceites consagrados usados en la Iglesia católica al momento del bautismo y confirmación.

Esta ceremonia la vivió de cerca Ermita Cedeño, una portovejense a la que le fueron inculcados los valores religiosos. 

Su madre, quien ahora está en el cielo, la llevaba desde pequeña. “Respeto fielmente estos días”, dice.

Otra celebración. Durante la noche se dio la celebración de la Misa de la Cena del Señor, en la que se recuerda la Última Cena de Jesús con sus discípulos y la institución de la Eucaristía.

Además, en la misma ceremonia se hizo el lavatorio de los pies a doce personas en memoria de la lección de humildad que dio Jesucristo a los apóstoles lavándoles los pies; episodio reflejado en los Evangelios.