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Entrevista
Olguita y su arte para embellecer los muertos

Recuerda que lo primero que vio fue un cuerpo joven y sin cabeza. El accidente con un volquete había decapitado el cadáver que a sus quince años debía de ayudar a reconstruir.

Lunes 30 Marzo 2015 | 05:00

Minutos después llevaron en una caja de cartón la cabeza. Quedó absorta cuando reconoció el rostro de un adolescente que había sido su compañero de colegio.
“No pude, tuve que retirarme”, confiesa Rosa Olguita Bardellini.
Ese momento, de hace una veintena de años, es uno de los pocos en las que no ha podido hacer frente a la muerte. 
De la mano del negocio familiar de funerarias, esta empresaria de 36 años se ha dedicado desde la pubertad a la ciencia (y arte) de dar belleza a los muertos.
El Diario (ED): ¿Qué es la tanatopraxia?
Olguita Bardellini (OB): Es la ciencia que se emplea para preparar un cuerpo de tal forma que los familiares se lleven el mejor recuerdo del ser que han perdido.
ED: ¿Qué conocimientos se necesitan?
OB: Muchos, hay que saber de todo un poco, en especial de anatomía. Cuando se deben hacer reconstrucciones se debe tomar, piel por ejemplo, de otra parte del cuerpo y hay que saber de dónde y cómo hacerlo.
ED: ¿Usted cómo aprendió?
OB: Por los servicios que ofrecía mi madre (en una funeraria) fui aprendiendo creo que desde los 12 años y ya con el tiempo he hecho cursos especializados, algunos con instructores de Puerto Rico, Colombia y otros países.
ED: Era casi una niña...
OB: Sí, me gustaba aprender y me fui vinculando. Recuerdo que cuando tenía 14 años ya sabía y ya ayudaba. Un médico que trabajaba con nosotros me llamaba y así iba aprendiendo. Estaba pendiente de observar todo, era muy curiosa.
ED: Era una colegial, pero ya trataba con la muerte...
OB: A veces hasta me iban a ver a las fiestas para preparar a los fallecidos. Una vez así fue y me tocó ir donde una señora que había muerto: la maquillé, la formolicé y andaba hasta con el uniforme del colegio.
ED: ¿Cuál es la satisfacción de esto?
OB: Ayudar a las personas. Uno escucha que ven a su familiar y dicen que quedó igual que cuando estaba vivo, con el mismo peinado, con el mismo maquillaje. Eso se logra analizando bien a la persona y tratándola con mucho respeto, como si estuviera viva. 
ED: Me imagino que habrá vivido experiencias difíciles...
OB: Sí muchas. Una vez un señor cayó en una máquina agrícola de pelar yucas, y era un conocido. Fue muy duro: tenía cortes por todo el cuerpo, algunas partes sólo se sostenían por la piel. Trabajé cuatro horas sin parar. 
ED: ¿No tiene miedo?
OB: Una vez, días después de preparar el cuerpo de una señora que murió con una rara enfermedad de la piel, empecé a sentir picazón y me aparecieron erupciones en los brazos y otras partes. Aunque siempre nos protegemos con mandil, mascarilla,  guantes y más, me preocupé. Después supe que era sarampión que me había dado.
MÁS. Aunque su profesión real es de ingeniera Comercial, Olguita habla con solvencia de eliminación de líquidos y gases en cuerpos, aplicación de formol a cadáveres, reconstrucción de partes cercenadas, maquillaje de difuntos y más operaciones fúnebres.
Recuerda que una noche estaba con quien por entonces era su novio y ahora es su esposo. Paseaban en un vehículo y la llamaron de urgencia para hacer un arreglo de última hora a un difunto. Él la llevó hasta la funeraria y la esperó con paciencia. “Cuando regresé al carro ya no quería que lo tocara ni nada. Ya después se acostumbró”, recuerda riendo.
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