Portoviejo es una ciudad sin espíritu, sin esperanza, con una administración municipal muda, prepotente y obediente de Carondelet. Debemos recordar que antes ser Gobernador y Prefecto era un lujo y lo ocupaban personas inteligentes, capaces, con temple y carácter, no como ahora que todo se da en función de serle simpático el régimen y hacer lo que le ordenen, aunque lesione los intereses de la ciudad. Es hora de elegir un prefecto portovejense (tenemos sentido de hermandad) y no elegir un enemigo de la ciudad que no favorezca en nada a su desarrollo; si no hacemos ese cambio la ciudad con el tiempo será un pueblo desordenado y detenido en el tiempo.
El Municipio debería realizar una consulta a la ciudadanía sobre la permanencia o no del aeropuerto Reales Tamarindos, porque es un tema de real importancia. Es sospechoso que el régimen empezó cerrando el aeropuerto después de un recapeo de la pista (están arribando buenas noticias dice un letrero que aún está en el aeropuerto), el inminente traslado del fuerte Militar a otro cantón, el traslado de algunas instituciones a Ciudad Alfaro, atentando contra la institucionalidad de Portoviejo, por supuesto con la venia de algunos falsos portovejenses.
Otro punto claro del atropello y/o falta de capacidad y gestión, es que aún no contemos con una oficina de la INCOP-SERCOP (Compras Públicas) y trámites de la facturación electrónica, que es un plan piloto efectuado en las capitales de provincia, Loja, Ambato… y Manabí ¿dónde? ¡Claro estamos a tan solo 20 minutos!
La gota que derramó el vaso es la destrucción sistemática del estadio Reales Tamarindos, el cual ha sido sede de Copa América, sede de muchos partidos de campeonato nacional; y precisamente en horarios nocturnos, contribuyendo con esto a la economía de la ciudad. Y que autoridades deportivas a sabiendas de lo que estaba ocurriendo con el estadio, sigan cruzados de brazos; y no hicieron nada por solucionarlo en su momento hasta quedarse sin luminarias, lo cual deja mucho que pensar.
Lo peor de todo es que conociendo al Presidente y su “amor” por la ciudad, lo declare obsoleto, no operativo; ¿y para qué un estadio si tenemos uno a 20 minutos? igual que el aeropuerto. Y, seguramente, el I. Municipio de la ciudad acatará esta aberración y declare al estadio bien de uso público (aunque no es de su competencia) y lo convierta en cualquier cosa, lo mismo que sucedió con el aeropuerto.
Portoviejo, ¡reacciona!!! Estamos a la vuelta de la esquina en convertirnos en patio trasero si seguimos aletargados y soportando los atropellos del régimen y a sus irracionales fanáticos, que para ellos todo está bien.
Ojalá el municipio reaccione para ver un Portoviejo altivo y progresista. Juntar fuerzas para evitar que la ciudad se convierta en una aldea de cemento. ¡Salud Capital de Papel!
