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Portoviejo
4 años de llanto por su hijo muerto

Jorge Luis Pilco le puso el nombre de Andrés a su primer hijo en homenaje a su mejor amigo, fallecido luego de sufrir un accidente de tránsito.

Domingo 01 Marzo 2015 | 04:00

A Andrés Iván Manrique Palma lo recuerdan con cariño su madre y sus amistades, a más de cuatro años de su muerte.
 
Él perdió la vida el 25 de agosto del 2010, cinco días después de haber sufrido un accidente en una moto.
Liliana Palma, madre de Andrés, llora y se frota las manos. El dolor la acompaña en cada recuerdo.
Su mente vuelve al 20 de agosto del 2010, fecha en que su hijo, que tenía 20 años, se accidentó.
“Yo estaba dormida en una hamaca y, como nunca, mi hijo me despertó para despedirse porque se iba a la universidad a sufragar en las elecciones estudiantiles. Se puso una camiseta nueva y se fue”, narra.
Lo llamó cerca de las 20h00, pero él no le respondió.
Según los reportes de esa fecha, la moto en la que Andrés viajaba con un amigo fue chocada por una camioneta en las calles Rocafuerte y Córdova, en Portoviejo. Eran cerca de las 21h00.
Liliana recuerda su pesar. Esa noche recibió una llamada en la que los policías le decían que su hijo había sufrido un accidente y estaba en el hospital Verdi Cevallos Balda.
“Cuando llegué al hospital, Andrés estaba inconsciente. Los médicos salieron a las 05h00 de operarlo y me dijeron que habían hecho todo lo posible, pero que la salud de mi hijo quedaba en las manos de Dios”, cuenta.
Fueron cinco días que Andrés pasó en cuidados intensivos hasta que la muerte lo venció.
DOLOR. Las lágrimas fluyen. Liliana suspira y reflexiona. La muerte de Andrés marcó su vida. La cambió. Los sueños de ver a su hijo terminar los estudios y graduarse de ingeniero comercial se desvanecieron con él.
Dice con gratitud que Jorge Luis Pilco era el mejor amigo de Andrés y bautizó con su nombre a su primer hijo.
La mujer manifiesta que los compañeros de Andrés están cerca de egresar de la universidad. Le alegra saberlo, pero se siente triste porque su hijo no alcanzó esa meta.
“Era el mejor hijo del mundo, era estudioso, respetuoso, tenía un corazón enorme, siempre demostró ser un excelente ser humano”, expresa Liliana.
Visita su tumba cada semana. Y cuando deja de ir la imagen de Andrés la acompaña en sueños. “Sueño que me dice ‘mamá ya me olvidaste’ y yo le digo ‘no, mijo, no me he olvidado de usted, esta semana voy al cementerio”, comentó.
No sólo tiene recuerdos espirituales. También los tiene físicos. Aún conserva en su casa la ropa y otras pertenencias de Andrés. Pero hay una a la que guarda con amor de madre.
“La prenda más valiosa que conservo intacta es la camiseta de Emelec, porque él era uno de esos hinchas que jamás dejan de apoyar a su equipo, incluso cuando lo sepultamos le pusimos una bufanda del equipo de sus amores”, indicó. 
 
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