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Caos.
Bomberos ‘atrapados’

El cuartel central de los bomberos de Portoviejo se ubica justamente en una de las zonas de tráfico vehicular más complicadas de la urbe.

Domingo 01 Marzo 2015 | 04:00

El tango 2, como denominan a la autobomba para incendios, mide casi 12 metros de largo.
 
Aunque suene su sirena, en horas pico es difícil que este vehículo no pase aprietos al salir de la estación ubicada en la calle Córdova.
Este camión, más un vehículo de rescate y una ambulancia (ambos de unos 11 metros de largo),  deben salir desde un cuartel rodeado por al menos una veintena de manzanas llenas de vehículos parqueados en ambas veredas y pobladas de semáforos.
vueltas. Jhonny Vinces tiene 14 años manejando vehículos de emergencia y cuatro los de bomberos. Él cuenta que para evitar las calles más estrechas y congestionadas a veces deben hacer recorridos más largos al no usar las calles cercanas.
“Nosotros entendemos a la gente. Si tienes carros parqueados de lado y lado, y uno en cada carril, aunque vayamos con la sirena ¿para dónde se abren?”, reconoce con frustración.
Jorge González, comandante de los bomberos, dijo que el tiempo de respuesta a las emergencias se puede hasta duplicar en horas pico. Si pudiéramos llegar en diez minutos, a veces se tarda hasta veinte, ejemplifica.
El directivo critica que hace tres años estaba financiado un proyecto por unos 700 mil dólares para reubicarse en el sector de Los Tamarindos, el cual consideran una zona estratégica, sin embargo por falta de apoyo municipal no consiguieron el terreno necesario. Esperan retomar la iniciativa con la actual administración. “Es muy preocupante”, reconoció.
testigos. Diego Valdivieso, un guardia de seguridad del sector, recuerda que en una ocasión un auto atropelló, a una cuadra del cuartel de bomberos, a un ciudadano. Aunque los paramédicos llegaron de inmediato a pie, la ambulancia tardó casi quince minutos en evadir el tráfico dando la vuelta a dos manzanas para llegar donde el accidentado.
“El ruido a veces no se soporta, es realmente un problema”, opinó Roberto García, quien hace una década emplastica documentos allí cerca. 
Cuenta que le ha tocado escuchar la desesperante sirena de la autobomba sonando largamente por varios minutos, mientras los vehículos se  abren como pueden para permitir su paso.
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