Es como si fuera casi una isla en medio del cuadrado imaginario que forman las avenidas América, del Ejército, calle 5 de Junio y el puente Papagayo.

Esta porción de terreno de 5,18 hectáreas parecen unidas a tierra por una pequeña porción junto a la ciudadela Comercio.

A su alrededor se extiende la ciudad que no deja de crecer: con otras ciudadelas como la Granda Centeno, callejón La Margarita, ciudadela Libertad 1 y otras.

Dentro hay plantas de intenso follaje y árboles con una red creciente y vertiginosa de ramas que se proyectan desde sus troncos hasta el cielo.

Recuerdos. Kevin Bailón conoce bien el lugar. Tiene 20 años y desde niño ha llegado hasta allí por el negocio familiar de crianza de cerdos que tienen en el sector.

Acaba de recolectar leños para cercar a los chanchos, mientras cuenta que el lugar no ha cambiado con el paso de las décadas.

“Es así, igualito: tranquilo, con árboles, ardillas, iguanas y también mosquitos”, ríe y espanta los insectos que zumban cerca de su rostro.

Luego se acomoda sobre el hombro una saca con los troncos secos y sigue hasta donde con un tío cuidan unos 60 cerdos a un costado del bosque.

Cantos. Conforme uno se adentra en la vegetación los ruidos de la ciudad se disipan.

Desde las copas de los árboles llega el canto de aves que apenas se ven mientras revolotean entre las ramas.

Desde el piso se siente el crujir el suelo tapizado de tierra de monte bajo los pies.

Un olor a tierra húmeda inunda el aire y delata la presencia del río que sirve de cerramiento para este espacio natural lleno de paz.

Desnudo. Para Olga Chóez el bosque que queda frente a su casa no es sinónimo de tranquilidad.

Ella vive al fondo del callejón La Margarita, casi frente al centro comercial Multiplaza.

Su sencilla casa de paredes de latilla de caña limita por un costado con el río y allí detrás se extiende el denso bosque donde ha visto al personaje que la llena de temor.

Lo llama “el desnudo”. Cuenta que es un hombre que se pasea sin ropa por la ribera sacudiendo sus genitales frente a las mujeres de la otra orilla.

Olga, que vive con sus tres hijos, una nuera y nietos, cuenta que no puede dejar que los niños anden en el patio por miedo a este exhibicionista.

“Nadie sabe quién es, aparece una o dos veces al mes”,  señaló preocupada.

Otros vecinos que prefirieron la reserva de sus nombres dijeron que es frecuente que al bosque ingresen grupos de personas a consumir drogas.

Proyecto. Estas 5,1 hectáreas naturales fueron declaradas por el Gobierno Provincial de Manabí (GPM)como área de conservación y esperan convertirlo en el Parque Papagayo.

Un estudio ambiental que ejecutaron allí reveló la existencia de 30 especies de aves; entre ellas cuervos, garzas, gavilán, tórtolas, pericos y más.

Se suman otros animales como murciélagos, zorros, iguanas, lagartijas, serpientes y sapos.

En flora identificaron 27 especies, de las cuales 13 son de árboles. Destacan el mango, perlillo, mate, moyuyo, zapote, samán, tierra de espino, maracuyá y otros.

Leonardo Higaldo, director ambiental del GPM, informó que se alista la inversión de 90 mil dólares este año para la construcción de senderos y parqueadero, así como de guías y guardaparques. La intervención se hará mediante acuerdo con los propietarios de los predios, ya que la expropiación (que costaría unos 400 mil dólares) se haría en otra etapa del proyecto.