“Soy musulmán, me etiquetan como terrorista”. “Confío en ti. ¿Tú confías en mi? Dame un abrazo”, decían los carteles de uno de los musulmanes que salió a las calles con los ojos vendados, en espera de la reacción de la gente.
La respuesta fue inmediata. Desconocidos se acercaban al personaje para corresponderle con un abrazo y tomarle fotografías.