Actualizado hace: 937 días 11 horas 32 minutos
Alexander Zambrano Macías
Bocas del infierno

A lo largo de la historia varias han sido las “bocas del infierno” que la humanidad ha tenido que observar y en ocasiones soportar. Los tentáculos de estas “bocas del infierno” han cobrado la vida de millones de personas, se han tragado vivas a generaciones enteras, se han atrevido a violar todo tipo de derecho; el daño causado provoca cicatrices permanentes y en ocasiones quita lo más valioso del ser humano: la vida.

Viernes 30 Enero 2015 | 04:00

 Los hornos de fuego de los Cananistas, se convirtieron en “boca del infierno” para muchos infantes que eran sacrificados a dioses paganos a manos de sus propios padres.

El coliseo romano se convirtió en “boca del infierno” para cientos de personas que incumplieron en no adorar a Cesar antes que a Cristo.
Las cruzadas, guerras de conquista religiosa, también se convirtieron en “boca del infierno” para familias enteras, simplemente porque algunos pensaron que la fe se siembra a la fuerza en el corazón humano.
El holocausto judío, siniestro atentado para con miles de judíos, se convirtió en “boca del infierno” para comunidades enteras que sufrieron en carne propia el precio de la intolerancia humana.
Las minas de Potosí, evidencia de lo peligroso que puede resultar la codicia del ser humano, se convirtió en “boca del infierno”, pues cobró la vida de cientos de indígenas esclavizados por los españoles invasores. 
La pornografía, parásito que ha afectado a gran cantidad de familias, se ha convertido en “boca del infierno” para muchos que tratan de alcanzar un placer sexual alejado de la realidad.
Las drogas, el alcohol, el cigarrillo, elementos de destrucción física, mental y social, se han convertido en “boca del infierno” para millones que luchan por librarse de los tentáculos de estos males sociales.
Mientras exista vida existirán “bocas del infierno”, éstas se tragan vivas a generaciones enteras. 
¿Qué podemos hacer para frenar un poco el dolor de estas “bocas del infierno”? Como sociedad debemos: (1) Luchar colectivamente para que  existan políticas de gobierno que  controlen los abusos y daños que estas causan; (2) Trabajar desde la base de la sociedad, la familia, a fin de que nuestros hijos  no caigan en sus garras.
 
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